Un año de retrocesos

El país se encuentra estancado, sin perspectivas económicas, con un desempleo ascendente y con un endeudamiento preocupante. El déficit fiscal no cede y el sistema de previsión social tiene un importante desnivel financiero. En medio de ese pesimista panorama, el gobierno aparece resignado, sin ideas ni ensueños. Ninguna de sus grandes promesas se ha venido cumpliendo y, por el contrario, hay retrocesos evidentes.

Al terminar el cuarto año de su segundo mandato, el fracaso ronda en torno a toda la gestión del Dr. Vázquez.

En materia de seguridad pública, no sólo se hace evidente que el gobierno no cumplirá su promesa de reducir las rapiñas en un 30%, sino que siguen creciendo en forma incesante. Al momento de escribir este editorial hubo más de 370 homicidios, una cifra espeluznante. La Policía aparece como resignada, sin “presentar batalla” y el Ministerio recurre a muy promovidos operativos para intentar restaurar su debilitada imagen. Como ya hemos dicho varias veces en Correo de los Viernes, la dualidad ideológica del Frente Amplio hace que no se ejerza naturalmente el principio de autoridad, con lo que toda la gestión tiene una orientación equivocada.

Los resultados educativos son realmente negativos. El fracaso quedó ilustrado en el desafortunado trabalenguas en el que incurrió el Presidente Vázquez en una reciente conferencia (“Acá la modificación del ADN en la Educación estuvo en el concepto de la necesidad de cambiar el ADN”), confesando —quizá inadvertidamente— que nada serio pudo hacerse y todo quedó en puras palabras. Además de que los resultados en materia de aprendizaje son lastimosos, no se cumplieron las metas, ya que Vázquez había fijado como objetivos para el año 2020, que el 100% de los estudiantes culminarían el Ciclo Básico; que la totalidad de los alumnos de 17 años estaría integrada al sistema educativo y que la tasa de egreso de la enseñanza media sería como mínimo del 75%. Ninguna de esas metas se ha podido cumplir y estamos francamente lejos de ese escenario, con una enorme deserción y un egreso de apenas el 40% en la enseñanza media.

En lo que refiere al conjunto de la economía, ésta permanece prácticamente estancada. El gobierno imaginó para este año un crecimiento del 2,5% (y así lo incluyó en la Rendición de Cuentas para imaginar también un crecimiento en la recaudación que le permitiera financiar el gasto previsto), pero lo cierto es que la mayor parte de los analistas prevé un crecimiento por debajo del 2%; y para 2019, un 1% o poquito más que eso. De hecho, si se “descuenta” el efecto de la refinería de ANCAP, que estuvo parada durante el tercer trimestre de 2017, el crecimiento hubiera sido hasta ahora de 1,2%.

En materia fiscal, el país sufre un déficit de casi el 4% del PIB, que el gobierno soñaba con llevar al 2,5% —porque no había ningún fundamento real para esa proyección— y en la última Rendición de Cuentas ya subió al 3,6%, pateando el 2,5% para 2020 (en la Rendición del año pasado la proyección para 2019 era del 2%). El descenso de un punto porcentual de octubre, por efecto de la ley de “los cincuentones” es meramente contable y no tiene ningún efecto sobre la realidad económica. A todos los efectos, no hay un déficit de 2,9% del PIB sino que el 3,9% continúa impertérrito. Ello obligará al gobierno a volver a incrementar la deuda pública (de hecho, en la Rendición de Cuentas incluyó un aumento del tope de endeudamiento), que se acerca peligrosamente al 70% del PIB.

Y en materia de inflación, la misma se encuentra también por encima del rango-meta (entre 3% y 7%), ubicándose en 8,05% en noviembre (8,01 en octubre).

Quiere decir que, lamentablemente, en ningún aspecto hemos avanzado. Las políticas sociales han fracasado, como lo reconoció el propio expresidente Mujica, y hay un profundo proceso de deterioro y fragmentación social.

Para colmo, el oficialismo ha mostrado su debilidad moral al sancionar a Sendic y al senador de León con un criterio exclusivamente electoral y no ético. El país asiste con tristeza a la blandura con que el oficialismo ha manejado esas cuestiones, que hubieran requerido sanciones inmediatas y terminantes.

Todo ello indica que se termina el tiempo del Frente Amplio en el gobierno. No hay gestión ni hay proyectos y a los candidatos oficialistas se les va a hacer muy difícil convencer a la opinión independiente.

Quiere decir que 2019 será un año de grandes cambios y para ellos tenemos que prepararnos.



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