Tiempos de cinismo

Los principales dirigentes oficialistas empiezan a reconocer que hubo casos de corrupción y que hay que hacer cambios económicos importantes. Tras haber empleado a más de 70.000 nuevos funcionarios, Mujica dice ahora que para controlar el déficit hay que trancar las designaciones. Bergara sostiene que hay que corregir el abultado agujero provocado en el BPS por una ley interpretativa del 2008 y que, aunque hubo cosas que se hicieron bien, “otras no tanto”. Ahora habrá que hacer una “adecuación fiscal”, para no hablar de ajuste. Astori asegura que hay dirigentes que desviaron su conducta, refiriéndose a Sendic, pero todavía sigue sin reconocer la responsabilidad de uno de sus amigos en el desfalco de los casinos. La proximidad de las elecciones ablanda la memoria y aleja la dignidad.

El tiempo electoral lleva a los principales portavoces del oficialismo a empezar a reconocer algunos errores, a la busca de votos de ciudadanos distraídos.

El precandidato Mario Bergara es el que hace confesiones más elocuentes. Con tono amable y con cara de “yo no fui”, el ex Ministro de Economía y ex presidente del Banco Central sostiene que en el próximo gobierno habrá que hacer una “adecuación fiscal”, que no será “un ajuste ni una motosierra”, sino una reducción del déficit al 1,5% del PBI. Palabras mágicas, porque no fundamentó cómo se llegaría a esa meta. Tras reconocer el fracaso de las políticas sociales, explicando que hay más de 600 programas de asistencia que no están coordinados y que no funcionan bien, arremetió contra otro de los descalabros provocados por el Frente Amplio en el BPS, a través de la ley de 2008 y de diversas medidas administrativas que tomó el Directorio del Banco, flexibilizando las causales jubilatorias, a lo que se suma la nueva “ley de los cincuentones”. Ahora —dijo— habrá que hacer un acuerdo con todos los partidos para arreglar el asunto, ya que la financiación de las pasividades llega al 35% de los ingresos totales, lo que empieza a ser insostenible. El oficialismo se acuerda de los otros partidos cuando la cosa arde. Hasta ahora actuó con su mayoría automática y su soberbia, desconociendo las advertencias de la oposición.

Similar asombro provocan las declaraciones del expresidente Mujica, al explicar que “si se quiere detener la presión fiscal, habría que comprometerse primero a que, por tres o cuatro años, no haya nuevas contrataciones. Además, habría que exigir un verdadero examen de formación a los que van a entrar en las funciones del Estado”. Fenómeno. Tras haber hecho ingresar a más de 70.000 nuevos funcionarios durante —más un récord histórico en la creación de cargos de confianza— la gestión del Frente Amplio, la mayoría de ellos sin concurso ni preparación idónea, según acaba de reconocer el exmandatario. Esto ha significado incorporar al presupuesto una carga adicional y permanente de U$S 2.000 millones, pero no hay recursos para auxiliar a la lechería, o para comprar remedios imprescindibles para enfermos terminales. La reducción de la cantidad de funcionarios se había logrado con los gobiernos últimos colorados, que actuaron con gran perseverancia en ese sentido. Ganó el Frente Amplio y declaró el festín. Ahora hay que llamar a los bomberos.

Similar repudio merecen las expresiones del Cr. Astori, quien en declaraciones a la revista Noticias Uruguay sostuvo que “hay compañeros del Frente Amplio, y no sólo Sendic, que han recorrido al revés la escala de valores. Y que la han seguido recorriendo ahora. Hay que revisar el contrato inicial del Frente Amplio, para ser cada vez más frenteamplistas, porque si nosotros admitimos una situación en la que se puede (...) ignorar cuestionamientos éticos y no pasa nada, bueno, el Frente Amplio tiene un mal destino”. Astori se olvida que no condenó al Cr. Bengoa, procesado por estafa por el famoso asunto de los Casinos, y lo encubrió en todo momento. Había dicho que si la Justicia lo condenaba definitivamente, lo que efectivamente ocurrió, pediría perdón por haberlo sostenido, pero esas excusas públicas nunca se brindaron. Quiere decir que Astori es en buena medida el fundador de la impunidad con que el Frente Amplio —que todavía no sabe si va a sancionar o no a Sendic, ni al ex presidente de Alur, el actual senador De León; ni a tantos otros ciudadanos acusados— se maneja con las inmoralidades de algunos de sus dirigentes.

Las irresponsabilidades cometidas en este tiempo, la crisis de Ancap, el despilfarro en varias aventuras socialistas como el Fondes, los oscuros negocios con Venezuela, las no sancionadas inmoralidades del exvicepresidente Sendic, el desfinanciamiento del BPS, el inútil crecimiento del número de funcionarios públicos, el déficit fiscal y el enorme peso de la deuda que hoy paralizan e hipotecan al país, así como el fracaso de las políticas sociales asistencialistas y el severo retroceso en la Enseñanza, no fueron políticas inventadas por los marcianos. Los responsables absolutos, con su mayoría parlamentaria y su soberbia, fueron los principales dirigentes del Frente Amplio, estos mismos ciudadanos que hoy quieren disimular su pesada y vergonzosa mochila.



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