Tiempo de análisis

Por Alfredo Menini

Con la cercanía del fin del año la ciudadanía empieza a dejar de lado, hasta que empiece la campaña por las elecciones municipales, el tema político electoral. Sin embargo no debería ser esa la actitud por parte de los actores políticos, quienes deben dedicar este impasse para la reflexión puertas adentro de su colectividad con el propósito de analizar lo sucedido, por qué sucedió, pero —fundamentalmente— para qué sucedió.

En ese contexto, a nosotros nos preocupa especialmente nuestro Partido Colorado y he visto que este impasse se empezó a transitar en forma equivocada. Se hizo a partir del improperio al correligionario, criticándonos entre nosotros, públicamente, y de ese modo seguir regalándole espacio a una izquierda que, en la realidad de su interna, tiene muchos más problemas que nosotros pero que son más inteligentes para manejarlos.

Filtraciones de reuniones a puertas cerradas de sectores del Partido, comentarios favorables al Presidente electo, cuando todos sabemos que el mismo ha sido un actor fundamental dentro de la estrategia frentista —de siempre— de oponerse a todo lo que promoviera un gobierno colorado y batllista, para luego, cuando le tocó el turno de ejercer la Presidencia, decir sin ruborizarse que coincidía con políticas de esos gobiernos, llegando incluso a firmar un documento al respecto.

En ese contexto se han mal utilizado las redes sociales, las cuales, con el uso indebido, son tan o más perjudiciales que lo positivo que pueda deparar su utilización en forma debida, lógica, coherente.
Entonces, como primer reflexión dejo la sugerencia de barrer para adentro y no regalar más espacio del ya regalado hasta hoy.

Como segunda reflexión me surge que, evidentemente, se cometieron errores en cómo encarar la campaña electoral, error que a mi entender también cometió el Partido Nacional. Si bien la causa del resultado electoral en sí no es una sola, entiendo que hubo un factor desequilibrante: el falso concepto de creer que la elección se ganaba solamente con el mensaje “positivo”.

¿Qué significa ser positivo en el marco de una campaña electoral? ¿Que no se contestaran agravios?, ¿que las referencias negativas al pasado de los gobiernos de los partidos tradicionales había que ignorarlas y no entrar en ese debate?, ¿reconocer que el gobierno hizo cosas bien sin profundizar que muchas de esas cosas que le salieron bien, en su mayoría, fueron posibles gracias a que no cambiaron las bases de lo que los partidos tradicionales en sus gobiernos hicieron? ¿Es hacer campaña por la positiva no dejar en evidencia ante la sociedad que la izquierda está dividida en dos sectores y que el mayoritario que lidera el hoy Presidente de la Republica va por un camino diferente al del Presidente electo? ¿Acaso es hacer campaña por la positiva el no destacar como se debe que la Presidenta del FA, cuando se reunió el FA para analizar la estrategia para el ballotage, dijo que sus compañeros se cuidaran de no dejar en evidencia de las diferencias entre ellos? Y así tantas otras cosas que, por encarar la campaña por “la positiva”, terminamos allanándoles el camino.

Es cierto que esa modalidad de campaña no fue la estrategia del Partido Colorado, pero también es cierto que tampoco, en definitiva, nuestro candidato se apartaba mucho de esa idea.

Entiendo que ser positivo en política es trabajar denodadamente por demostrar a la ciudadanía con un mensaje sencillo que nuestra propuesta es la mejor pero también demostrando, contundentemente, las diferencias con quienes competían con nosotros y para ello tener en claro que en octubre competían con nosotros el Frente Amplio y el Partido Nacional y en esa instancia trabajar para demostrar las diferencias que tenemos con cada uno de ellos y no dejarnos llevar por una tibieza que condujo a que muchos votantes colorados pensaran que era mejor ya en octubre votar a un blanco.

Ese fue, a mi entender, un error clave. Históricamente está demostrado que el Partido Nacional no es una colectividad ganadora de elecciones y, por ende, no es casualidad que en las dos instancias que ha habido ballotage, siendo un blanco el que debió enfrentar al candidato de izquierda, hayan perdido sin discusión y máxime sumando que a la condición de blanco de esos candidatos se les sumaba la condición de herreristas.

Es una lectura que entiendo que el Partido Colorado no la procesó debidamente, al punto tal de haber pensado su estrategia sobre la base de que el Herrerismo perdería la interna y que, por consiguiente, con los votos herreristas que no votarían a Larrañaga podríamos llegar al ballotage. Y pensar la estrategia desde esa base fue catastrófico por dos razones: a) no ganó Larrañaga y por ende se quedó el Partido Colorado sin estrategia alternativa; b) la más importante: no era el voto herrerista el que debíamos cautivar sino al votante colorado y batllista que abandonó las carpas y que no se fueron precisamente en su inmensa mayoría a las del Partido Nacional, pero para eso nos faltó “batllismo” en el contenido de nuestro mensaje, estuvo vacío de batllismo y por consiguiente las urnas estuvieron vacías de votos hacia nuestra opción política.

Propongo que sepamos interpretar este tiempo de análisis y que pronto nos pongamos a trabajar en el camino indicado. El pueblo volvió a hablar, el Partido “escudo de los débiles” tiene que volver a aprender a escucharlo, esa fue históricamente la esencia de nuestro Partido.

Como corolario de lo antedicho, que mejor que finalizar con una frase de Batlle y Ordoñez, a quien extrañé ante la ausencia de su imagen en la campaña y al que vi solo —muy solo— en una Casa del Partido sin gente el día de la elección. Recordemos que él es nuestro mayor orgullo y que no tenemos que ocultar su imagen como sí lo debe hacer el FA al tener que esconder la estrella de los Tupamaros y el martillo y la hoz del Partido Comunista.

Dijo José Batlle y Ordoñez: “Todos los que están agobiados por la injusticia son nuestros protegidos”. Pero lo más importante no es que lo haya dicho, sino que lo hizo.



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