Son delitos y no otra cosa

Ocupar locales públicos, hacer pintadas ofensivas en el Palacio Legislativo, acosar y atacar con piedras y fierros a la Policía son delitos que están tipificados en el Código Penal y que por lo tanto merecen las sanciones que la Justicia determine en cada caso.

Por lo tanto, en una sociedad democrática y en un Estado de Derecho no debería extrañar que en aplicación de esas normas algunas personas sean procesadas. Es lo que corresponde.

Sin embargo, los voceros de los pequeños grupos militantes que provocaron esos hechos intentan dar vuelta las pruebas y sostienen ahora que hay una acción deliberada para “criminalizar y judicializar” la protesta social, lo que es directamente una mentira.

En Uruguay existe el derecho de huelga, de manifestación, de asociación y una vasta gama de reconocimientos a la protesta social. Pero hay límites y ellos indican que una cosa es la protesta social y otra los atentados al orden público, el atropello de derechos de los otros, el escarnio y ataque físico a la Policía y la ocupación y destrozo de locales públicos.

Quiere decir que el enajenado discurso radical se choca contra la realidad, como lo hace también la solitaria y extravagante posición de un supuesto líder estudiantil –nadie sabe quién lo eligió en esa posición– que ha declarado que como él es un luchador no va a acatar la resolución judicial que le impuso la realización de un trabajo voluntario en vez de enviarlo a la cárcel. El joven cuya foto publicamos cree que así se convertirá en un héroe. Triste espejismo.

El grotesco personaje es un estudiante con horribles antecedentes, dado que fue suspendido por un año en su Facultad por haber agredido a dos compañeros, tras un procedimiento que fue avalado por el propio Consejo Directivo Central de la Universidad lo que confirma que la inconducta del “estudiante” quedó plenamente confirmada.

Se trata, en definitiva de un puñado de personas desaforadas, como la señora Irma Leites, como los dirigentes del sindicato del taxi y como un profesor cubano que “pasaba por el lugar” y que tiró piedras y atacó a la Policía con “un fierro” lo que demuestra que algo anda mal en la cabeza de esas personas.
Lamentablemente, el Pit-Cnt no es capaz de poner límites a estos excesos y de censurarlos. Así va: el 57% de la población desaprueba en forma terminante los procedimientos sindicales, según la última encuesta de Cifra.



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