Sobre el proyecto que promueve la agroecología

Por Tomás Laguna

La izquierda definitivamente abjura de su vocación progresista asumiendo posturas tecnófobas a partir de su antiimperialismo más primario, ideología antisistema y nostalgia por un mundo primitivo. El proyecto de ley en cuestión es un nuevo instrumento en su movida oscurantista.

Está a consideración del Parlamento un proyecto de ley por el cual se establece un “Plan Nacional para el Fomento de la Producción con bases Agroecológicas”, entendiendo por tal la aplicación de los conceptos y principios ecológicos al diseño y manejo de los ecosistemas agrícolas sostenibles. Para ello el texto declara de interés nacional estas formas de producción y a la vez crea una Comisión Honoraria (faltaba más, nos salvamos de que se propusiera un nuevo instituto...).

Esta Comisión es muy sugestiva en su propia integración.  Son 12 miembros, 6 por el Poder Ejecutivo dónde son miembros permanentes el MGAP, el MVOTMA y OPP, pero además se alternan en los restantes 3 lugares Salud Pública, el MIDES, INIA, ANII, la Universidad de la República, la UTEC, ANEP. La sociedad civil estaría representada por aquellas organizaciones “con reconocido trabajo en áreas vinculadas al tema”.  Una comisión muy variopinta para el objetivo propuesto…
El grueso del articulado del proyecto de ley detalla las competencias de esta comisión. La principal refiere a la elaboración del Plan Nacional de Producción con Bases Agroecológicas. Para ello determina sus facultades, entre ellas la formulación de iniciativas para el cumplimiento de los fines de la ley. Finalmente establece las pautas que se deben seguir para la elaboración del mencionado plan.

Sobre la iniciativa en particular no habría mayores objeciones. Promover formas alternativas a las convencionales siempre es de recibo en tanto que lo que se proponga tenga sustento económico y justificación técnica. También en la medida que existan productores que la promueven y se interesan por estas alternativas. Bien digo productores y no militantes antisistema, pero no adelantemos argumentos.

El estofado está en la exposición de motivos. Se hace evidente la intencionalidad y los preconceptos a partir de los cuales surge la propuesta. Por momentos la lectura resulta incómoda por el tonto lenguaje inclusivo, pero dado el origen del proyecto la estética de la escritura va de suyo. Veamos algunos conceptos y nuestros comentarios:

Exclusión de los productores familiares de los sistemas convencionales de producción - Se justifica la propuesta argumentando que la agroecología es una alternativa para el desarrollo de productores familiares (perdón, olvidé incluir y productoras…) que se encuentran progresivamente excluidos (y excluidas…) del sistema convencional de producción por sus altos costos. Manipulación de argumentos. No es la agroecología la solución para la viabilidad de los productores pequeños sino un país más competitivo para producir, donde los costos de la energía y el tipo de cambio se ajusten a los patrones internacionales. Y en esto quienes promueven el proyecto son los principales responsables. Con la agroecología puede ser que bajen los costos, pero mucho más lo hacen los rendimientos con lo que, a igualdad de precios y nadie asegura lo contrario, lo que lograran es que más rápido desaparezcan quienes dicen defender.

Modos de producción socialmente justos – Concepto tomado de una declaración del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en el 2010, enunciado teórico difícil de explicar objetivamente. Agrega que estos modos de producción deben ser sostenibles desde el punto de vista ambiental.  En el mismo párrafo se expresa que este tipo de prácticas pueden aumentar la productividad agrícola entre otras bondades. Falso, de un voluntarismo total e irresponsable. Imposible llegar con la agroecología a los niveles de productividad necesarios para alimentar a la humanidad. Con estos sistemas readquiere vigencia Maltus y su teoría del crecimiento demográfico versus la producción de alimentos. Maltus preveía que era imposible acompasar la producción de alimentos con el crecimiento de la población mundial. No previo que el conocimiento científico y la tecnología iban a aportar los medios para que su teoría apocalíptica no se cumpliera. La estupidez humana y la tecnofobia hoy parecen querer volver atrás en el tiempo para darle la razón.

Modos de producción sostenibles desde el punto de vista ambiental – El concepto es compartible y necesariamente debemos aferrarnos al mismo, pero no implica que la agricultura con tecnología de última generación no lo sea en tanto cumpla con las pautas rigurosas a las que se debe ajustar y mediando el control y sanción punitiva por las entidades del Estado encargadas de ello. Es una falsa dicotomía que se pretende establecer entre producción convencional y agroecológica como si la primera fuera a destruir al mundo.

Preocupación por la producción libre de agroquímicos y de transgénicos – Asegura en una parte del texto que en nuestro país existe creciente preocupación por una alimentación saludable, libre de agroquímicos y transgénicos. No conocemos la encuesta que determina esto, pero si la campaña orquestada a base del terror, la desinformación y manipulación tergiversada de argumentos, promovida desde la ideología antisistema y la nostalgia por un mundo primitivo. “El conocimiento es inútil para aquellos que no desean saber” (Guy Sorman, “El progreso y sus enemigos”)

Soberanía y seguridad alimentaria – Conceptos difíciles de sostener con modelos de producción con tecnologías primarias y por ende de baja productividad. Ambas causas se defienden desde la competitividad de nuestros sistemas productivos con tecnología de avanzada. Exportamos entre el 70 y el 90% de los alimentos que producimos, poder seguir haciéndolo es lo que determina nuestra soberanía y seguridad alimentaria. La mala cosecha de trigo y cebada a fines del 2017 y los efectos de la sequía en sorgo, maíz y soja en el 2018 determinaron pérdidas del orden del 40 al 60% en el valor de las exportaciones. Fue circunstancial, un contratiempo climático, con la agroecología las perdidas serán permanentes.

Lo del principio, promover formas alternativas de producción no merece objeciones, lo que preocupa es que a partir de este proyecto de ley y la entronización de los cultores del antisistema en la mencionada comisión honoraria no se dé lugar a condicionamientos restrictivos crecientes para la agricultura convencional, sobre la que se sustenta la economía del país. El departamento de Canelones es un ejemplo notorio de ese intento.



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