La aparición de documentación sobre la represión y operaciones de inteligencia llevadas a cabo antes, durante y después de la dictadura por parte de personal militar, sorprendió. No tanto por sus contenidos, muchos de los cuales ya se conocían, sino por el hecho de que en 15 años de gobierno del Frente Amplio no hubiera sido encontrada.

La semana pasada, en una recorrida que realizaba el jefe del Grupo de Artillería N.º 5 del Ejército con otros tres oficiales con el propósito de reorganizar algunas habitaciones, se encontró una caja con documentación en una pieza que había operado como calabozo. Inmediatamente, el Ejército, a través del Comandante Fregossi, comunicó al Ministro García el hallazgo, quien ese mismo día se hizo del material, consistente en dos libros y cinco carpetas conteniendo documentos del Servicio de Información de Defensa (SID) y del Organismo Coordinador de Operaciones Antisubversivas (OCOA), abarcando desde principios de la década del 70, antes del golpe de Estado, a 1986, ya en democracia. Las instalaciones del Grupo de Artillería N.º 5 fungieron como centro de detención y tortura.

Luego de revisarlo durante unos días, Javier García dispuso su digitalización y se lo llevó al presidente de la República. Ambos decidieron entregar sendas copias al Fiscal de Corte, a la Institución Nacional de Derechos Humanos y a la organización Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos y, a posteriori, ponerla a disposición del público.

La documentación no parece aportar mayor información sobre el destino de los desaparecidos. Más allá de eso, sí tiene un enorme valor histórico, además de arrojar luz sobre cómo actuaron no solo las fuerzas represivas sino otros actores.

El ex ministro de Defensa Nacional José Bayardi señaló que le "llama la atención" que recién ahora se haya encontrado esa documentación, pero que él no estaba para "hacer composición de lugar".

Efectivamente y coincidiendo con Bayardi, llama mucho la atención. Especialmente cuando esa documentación expone las confesiones de connotados jefes tupamaros a los militares. O la connivencia entre tupamaros y militares, algo ya sabido de sobra pero que estos documentos ratifican.

En cualquier caso, que ese material no haya sido encontrado en 15 años viene a sumarse a los bloqueos interpuestos por el entonces Ministro Fernández Huidobro para el acceso a instalaciones militares, la firma sin leer de la confesión del asesinato y desaparición de de Roberto Gomensoro por Gavazzo y el extravío de un CD con información sobre el posible lugar de enterramiento de Elena Quinteros que había entregado Petinatti a Presidencia. Y todo eso, sí, llama poderosamente la atención.