Producción de cerdos y políticas productivas

Por Tomás Laguna

Fuera de la agenda de los temas que hoy más preocupan a la agropecuaria, queremos rescatar y poner en foco un rubro de potencial para productores familiares, que sin embargo no es tenido en cuenta al momento de implementar políticas de desarrollo rural.

Volvemos a referirnos a la producción porcina (ya lo hicimos tiempo atrás) a partir de una disposición incluida en la Rendición de Cuentas por la cual la carne de cerdo pasará a aportar el 0,7% de su valor de venta en el mercado interno, contribuyendo de esa manera al financiamiento de INAC, en igualdad de condiciones con otras carnes.

Esta disposición resulta oportuna al punto de solucionar una omisión al poner en igualdad de condiciones a este producto con sus similares de origen vacuno y avícola. Pero en sí mismo no soluciona el problema de fondo al que nos queremos referir.

Según información publicada ayer en el Semanario Búsqueda, nuestro país aumentó de forma considerable sus importaciones de carne de cerdo, de 7,4 millones de dólares en 2006 a 28.4 millones en el año 2015. Pero con una diferencia cualitativa, mientras en el 2006 el 77% era destinado a la industria del chacinado, en el 2015 se revierte y ese porcentaje tiene como destino el mercado local de carne de cerdo. Solo en el primer semestre del año en curso se importó en valor un 32% más que igual período del 2016. Estas cifras condicen con el notable incremento de la carne de cerdo en la dieta de los uruguayos, hoy importante acompañante de los habituales cortes vacunos en la parrilla de los uruguayos. Del total de carne de cerdo consumida en nuestro país, 2/3 se importan, el resto es producción nacional. En valor se gasta más en importar carne de cerdo (U$S 43 millones en el primer semestre del año en curso según Uruguay XXI) que en yerba mate o insumos para el agro como glifosato o fertilizantes.

Los modelos de sustitución de importaciones quedaron perimidos en el fondo de la historia, cuando respondían a otros tiempos de la economía mundial. No obstante no está perimido el objetivo de promover rubros que pueden ser competitivos dentro de fronteras antes que importarlos. La diferencia con el concepto de sustitución de importaciones no es sutil. En aquel esquema de la post guerra se permitía y alentaba la producción aunque el rubro en cuestión no fuera competitivo. Rubros que solo podían ser viables en un mercado cerrado y con transferencias internas en su beneficio. En el caso de la producción de cerdos es todo lo contrario. Se trata de un rubro en el que tenemos condiciones excelentes para producir no obstante sobreviven algunos pocos emprendimientos privados, generalmente de escala respetable.

Nuestro país cuenta con ventajas competitivas para la producción de cerdos. En particular el status sanitario logrado que es reconocido internacionalmente de acuerdo con las mayores exigencias. Además, siendo que el 75% de los costos refieren a la alimentación, el país está en condiciones de proveer dicho alimento a base de granos, cuando otros deben importarlo. Por otra parte existe una institucionalidad que respalda el desarrollo genético, si bien esta puede ser importada de Europa, hoy referencia en la materia.

¿Qué falta entonces? El rubro no ha contado con un mercado predecible para la colocación del animal terminado, situación que con el notable crecimiento de la demanda interna debería revertirse. Por otro lado la oferta no ha sido uniforme en calidad, salvo en los emprendimientos a escala. Los sistemas productivos tradicionales son tan variados como las circunstancias que definen a cada productor, situación agudizada por la falta de uniformidad genética, la que solo se logra en los emprendimientos a gran escala. Para estandarizar la producción se requiere cierta integración productiva entre productores, dónde los grandes provean la genética y los chicos realizan las tareas de engorde, en una cierta integración con la industria. No muy distinto al sistema de la producción avícola.

¿Cuál es la principal adversidad que enfrenta un esquema como el que proponemos? Brasil, vecino y socio en el MERCOSUR, es el 4to productor mundial de cerdos y también el 4to exportador mundial del producto. Cualquier excedente de su producción es suficiente para inundar nuestro mercado a valores de liquidación, los que son importados por la industria a zona franca dónde se los almacena en frío para ser industrializados a lo largo del año. Alguna vez las barreras sanitarias actuaron de muro de contención, pero en la medida que las mismas no pudieron ser defendidas objetivamente difícil luego fue mantenerlas.

En reunión reciente con las entidades gremiales que dicen representar a la agricultura familiar, el Ministro Aguerre aseguró que “Sin políticas públicas dirigidas a más del 70 % de los productores familiares que tiene el país, no puede haber desarrollo con inserción" para luego indicar que la Dirección de Desarrollo Rural cuenta con el 13% del presupuesto del MGAP dedicados a la construcción de oportunidades para no seguir despoblando el campo, dónde el 70% de los ganaderos familiares explican el 22% de la ganadería. Precisamente para esa población objetivo es la producción de cerdos, en lugar de forzar sistemas que de por si requieren escala como el ganadero vacuno tradicional. ¿Puede considerarse un delirio esta última aseveración?

Según el Ministro Aguerre, en los últimos 5 años la Dirección de Desarrollo Rural destinó 45 millones de dólares de recursos presupuestales para apoyo a productores familiares. Ahora bien, ¿que se logró con ello? ¿Hubo un cambio que permita decir que los productores beneficiarios son hoy capaces de proyectarse productivamente en el futuro para persistir en la actividad, aun no contando con escala para hacerlo? ¿O estamos ante una suerte de MIDES rural?

Opciones como la desarrollada en esta nota pueden dar contenido a programas de desarrollo al cual se destinan fondos públicos. Seguramente no alcanza con la reconversión productiva sino con otras medidas que garanticen la viabilidad del rubro compitiendo con la importación indiscriminada como ocurre hoy. Son los desafíos de una verdadera política productiva, la que siempre impulsaron desde la izquierda cuando eran oposición y en la que no atinan con dos medidas razonables siendo gobierno.



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