Para reflexionar antes del 26/10

Por Adolfo Castells Mendívil

Piensen, los indecisos, si están dispuestos a darle una tercera oportunidad a la izquierda uruguaya para que profundice ese tipo de sociedad de menoscabo de valores, de deterioro de la seguridad, la educación, la salud y tantas otras cosas, que estamos viviviendo los uruguayos.

Además, creo que esto sea más efectivo para la ilustración del común de los mortales, que disecar los programas de gobierno, discutir sobre las propuestas o analizar las posibilidades económicas del futuro.

Pero sin embargo, el gran dilema uruguayo como la disyuntiva de varios países latinoamericanos, no es entre derecha e izquierda es entre la democracia y la marcada tendencia a derivar en un populismo autoritario.

Lo que está en juego —entonces— es mucho más importante: es el debate entre dos tipos de República, entre dos tipos de sociedad, por lo que no viene mal incursionar de vez en cuando en los vericuetos, a veces áridos y complicados, de la filosofía política.

¿Quien no conoce la famosa divisa de la Revolución Francesa “Libertad, Igualdad y Fraternidad”? Sin embargo muchos menos son los que saben que la libertad y la igualdad eran consideradas como derechos, mientras que la fraternidad, era pensada como un deber.

Ahora bien, para el marxismo la libertad subsiste si es la libertad de todos. Por ende, para que haya libertad, hay que establecer primero, la igualdad, lo que —en la lógica marxista— implica igualitarismo o sea la teoría política que propugna la desaparición de las diferencias sociales, para lo cual el instrumento es la lucha de clases.

Siendo que la igualdad es el principio que reconoce a todos los ciudadanos la capacidad para usufructuar los mismos derechos, por el igualitarismo se hace necesario renunciar a algunos aspectos de esas libertades llamadas “formales” y el derecho de la comunidad debe prevalecer frente a los derechos individuales.

Eso ha sido claramente expresado por algunos voceros del FA, como por ejemplo, Ernesto Agazzi, tupamaro y hombre de confianza de José Mujica, afiliándose a esa tesis: “El bien común es más importante que mi libertad personal”. (Reportaje de Mauro Florentin, Búsqueda, 23/04/2009).

Y dentro de la filosofía frenteamplista, los derechos —como en el marxismo— están subordinados a los deberes, pero con una diferencia: la libertad tiene menos jerarquía que la fraternidad, y la igualdad, en lenguaje “progresista”, es una continua expresión de deseos, no una realidad. Con una variante: en esa dialéctica la fraternidad se sustituye por la “solidaridad”.

Esa solidaridad mal entendida que bien explica el reconocido intelectual Carlos Maggi, no es solidaria porque consiste en emparejar para abajo; hace la apología de la lucha contra la pobreza sin solucionarla; hunde a la clase media, en lugar de agrandarla con la incorporación de los carenciados; no mejora los barrios humildes, sino pauperiza el resto de la ciudad.

Además, no ofrece seguridad a los cantegriles y aledaños que son los que más la necesitan, sino universaliza la inseguridad; no deja a la salud mutual que preste servicios que la pública no puede brindar; frena, después de permitirlo, el avance tecnológico de conexiones que brinda una empresa privada y que abarataría los costos de comunicación para la población en general, a fin de no perjudicar a una empresa pública (Antel); etcétera.

Carlos Maggi va más lejos, en esa nota cuya lectura es recomendable:

“Ahora, el Frente Amplio puso de moda la solidaridad (asociarse a la causa) un término menos compadecido, estrictamente político. Los frentistas se asocian a los reclamos de los pobres. El abuso de este pensamiento humanista, consiste en asociarse (al mismo tiempo) al pobre y a la fealdad, la suciedad, el desorden, la dejadez que padecen los barrios más humildes”.

Así, cuando el “progresismo” no puede solucionar un problema, trata de que el de más arriba esté peor, para emparejarlo con el de más abajo y según ese equivocado criterio, hay menos diferencias sociales. Lo cual es una gran falacia, donde la única perjudicada es la clase media, porque es la que realmente desciende. A la clase alta, no se le mueve un pelo, y a la clase baja el FA le otorga el consuelo de los tontos: el mal de muchos.

Por otra parte los planes de la Emergencia Social y de Equidad, que han costado y siguen costando decenas de millones de dólares, no han solucionado el problema de la pobreza. Pese a los esfuerzos denodados del Frente por demostrarnos lo contrario: con un PBI menor, hace 10 años, contábamos con menos pobres que hoy.

Ese “asistencialismo” ha fracasado y en buena parte porque surge de una concepción errada que ejemplifica nuestro Presidente cuando sostuvo (entre otras muchas expresiones que ha tenido en el tema): “Los pobres acá no me van a agarrar una pala ni un pico ni en pedo”.

Y Hebert Gatto agrega: “Para el Frente Amplio que ha hecho de las finalidades sociales de sus políticas su sello distintivo y su principal meta como partido, al punto que permanentemente destaca su intervencionismo para regular el mercado, los resultados obtenidos no pueden ser más decepcionantes.”

Y todo eso es más grave aún, cuando comprobamos que el Uruguay ha vivido en este período “progresista”, el mayor crecimiento económico de toda su historia. Por lo que es válido interrogarse qué hubiese hecho el actual gobierno si hubiera tenido que sufrir una crisis como la del 2002, cuando no había nada para repartir, mucho para afrontar y con una oposición frentista que reclamaba el default.

El aumento del gasto público en este período de vacas gordas fue insensato y —sin contar el mencionado tema de la pobreza— no solucionó los acuciantes problemas de seguridad y de educación, por señalar los más importantes.

Porque es bueno subrayar que el denostado Partido Colorado dejó un país con crecimiento del 11,8% anual, en tanto que las izquierdas dejarán el gobierno con un crecimiento de 2,7% (2014), según las previsiones más optimistas del Banco Central del Uruguay.

A eso hay que agregarle que la deuda pública al finalizar la administración Batlle era de U$S 13.329 millones, y ahora se ha prácticamente triplicado, pese a la ya tan mentada bonanza internacional de los últimos años.

Con todos estos datos vayan pensando —aquellos aún indecisos— si están dispuestos a darle una tercera oportunidad a la izquierda uruguaya para que profundice ese tipo de sociedad de menoscabo de valores, de deterioro de la seguridad, la educación, la salud y tantas otras cosas, con el quebranto continuo de la constitucionalidad y de un derecho, que se pretende subordinar a la política.



Aunque la vistan de seda, la mona, mona queda...
El Batllismo es Colorado
Julio María Sanguinetti
La educación en malas manos
Israel e Irán
Manipulación histórica
Mal presagio
Disco rayado...
El ABC de los populistas
Uso indebido del batllismo
La UAM no termina por superar las dificultades de gestación y parto...
Tomás Laguna
Intransferible
Consuelo Pérez
Proyecto de Ley de Paridad
Jorge Ciasullo
La "Entente Cordiale" de abril de 1904
Daniel Torena
Bienvenidos al populismo de derecha
El metaverso del autoritarismo latinoamericano
Sus erecciones, nuestras palizas
Amnesia e impunidad: la dictadura cubana tiene experiencia en violentar embajadas y asesinar civiles que buscan asilo
Frases Célebres 986
Inicio - Con Firma - Ediciones Anteriores - Staff Facebook
Copyright © 2021 Correo de los Viernes. Publicación de la Secretaría de Prensa del Foro Batllista.