Correo de los Viernes - Nuestras cárceles, un sistema aberrante

Nuestras cárceles, un sistema aberrante

Por Jorge Ciasullo

A nadie se le aplicará la pena de muerte. En ningún caso se permitirá que las cárceles sirvan para mortificar, y sí sólo para asegurar a los procesados y penados, persiguiendo su reeducación, la aptitud para el trabajo y la profilaxis del delito. (Constitución de la República Artículo 26).

El pasado 22 de setiembre, el Ministro Eduardo Bonomi informó a la Comisión Bicameral sobre situación en las cárceles que en el año 2015 habían ocurrido 43 muertes violentas en las cárceles, mientras en lo que va del año, ocurrieron 34 muertes violentas (no citó los heridos, algunos graves), lo que el Ministro calificó como “tendencia a la baja”. Más allá de que aún falta casi la cuarta parte del año, como para establecer tendencias, o jugar con las estadísticas, lo que parece no tenerse en cuenta, es que son datos dramáticos, inhumanos y horrorosos, que deberían golpear y llamar a la reflexión a toda nuestra sociedad.

La situación peligrosa que se vive en nuestras cárceles había sido denunciada en el mes de mayo pasado, en un informe extraordinario y urgente del Comisionado Parlamentario, Juan Miguel Petit. Pero lamentablemente, ante los acontecimientos recientes, su advertencia cayó en saco roto.

Como sociedad, nos gustaría conocer qué medidas se toman o se proyectan tomar no solo para que no ocurran esos hechos, sino para cambiar radicalmente, todo nuestro sistema carcelario.

La sociedad en general, ante la falta de seguridad en la que vivimos, que en los largos años al frente de la Cartera del Interior el Ministro Bonomi, no ha sabido revertir. Por eso, ante esa inseguridad y temor, es probable que muchos ciudadanos reaccionen intempestivamente: “que vayan todos los delincuentes presos”. Por supuesto que estamos todos de acuerdo, que quien ha cometido un delito, debe sufrir sus consecuencias acorde a la entidad del mismo. Creemos que quienes así reaccionan, tal vez por haber sufrido él o sus familiares, un hecho delictivo violento, no están de acuerdo, no, pueden estarlo, como integrantes de una sociedad que nos enorgullece, abierta, tolerante y sobretodo humanitaria, si conocieran la situación real en la que viven los presos en los distintos centros del país. Son en su mayoría jóvenes, que viven en verdaderos campos de concentración y sufren de distintas formas torturas, que se inician con el trato degradante diario que reciben, extendido muchas veces a sus familiares cuando los visitan.

¿Qué es estar preso en Uruguay hoy?:

- Es ser depositado en un establecimiento y celda cuya capacidad excede la densidad carcelaria aceptada por Naciones Unidas, calificándola este organismo como “alerta roja”. En Uruguay supera un 33%, es decir donde debería haber 100 detenidos hay 133.

- Es también, pasar 18 horas de ocio, muchas veces a oscuras, sin actividad alguna, sin espacio para su intimidad, con falta de agua para higienizarse, sin atención médica (se ha constatado que muchos internos sufren diversas enfermedades: VIH, tuberculosis, forunculosis). Por si todo lo anterior fuera poco, sufren riesgo, riesgo de vida, como los hechos lo demuestran.

En definitiva, nada más claro y terminante que nuestra Constitución, nuestras cárceles deben ser centros de rehabilitación, en la que deben actuar mancomunadamente, desde los guardias, por supuesto con preparación especial para esa tarea, médicos y psicólogos, maestros y profesores, que contengan orienten y detecten aptitudes para algún tipo de oficio que les permita, cumplida su pena, integrarse a la sociedad.

Hoy nuestras cárceles, son la mejor manera de sembrar resentimiento y odio además de una escuela de delito, que se volcará, indefectiblemente, sobre la sociedad al recibir la libertad.

En consecuencia, estamos ante una emergencia nacional, que requiere una participación y ayuda masiva de todos los ciudadanos, iniciándose por asumir sus responsabilidades las autoridades.

Como expresó una Comisión Internacional de Médicos que visitó tiempo atrás, los establecimientos carcelarios de nuestro país: “El Uruguay no merece esto”.