Miguel Dicancro, médico y batllista

El ex Presidente Sanguinetti evoca la figura del recientemente fallecido Miguel Dicancro, veterano dirigente colorado y eminente médico.

A los 88 años falleció esta semana en Montevideo el Dr. Miguel Dicancro, un eminente médico, un gran sanitarista, un sensible luchador social y un respetado político de larga militancia colorada y batllista.

Típico hijo de la familia de origen italiano, colmó el sueño de sus padres con su carrera de médico, comenzada en el medio rural. Se especializó más tarde en administración sanitaria, fue director de sanatorios del CASMU, vinculándose luego a la Organización Panamericana de la Salud, para la que trabajó por una larga década, tanto en su sede en Washington como en misiones en el exterior. Condujo incluso tareas tan sacrificadas como organizar en Haití el socorro de las víctimas a los huracanes.

Retornado al país en 1967, se incorporó al gobierno del General Gestido como Subsecretario del Ministerio de Salud Pública que conducía el Prof. Dr. Ricardo Yanicelli. Se vinculó allí a la actividad del Partido Colorado, donde era ampliamente respetado por su capacidad de organización en materia de salud.

Durante la dictadura, se mantuvo junto a la dirigencia batllista que sostenía la oposición al régimen. Incluso desafió al MSP de la época y hasta tuvo que enfrentar acusaciones judiciales por esa prédica. Con esa campaña impidió que se vendiera el Hospital Pedro Visca.

Retornado el país a la democracia, participó activamente tanto en la vida gremial como en la política. En el Estado desempeñó la coordinación de los servicios de salud de Montevideo, que era su real vocación. Desplegó allí una notable labor en los barrios más carenciados de la ciudad, abriendo policlínicas y programas de asistencia que resultaron decisivos para la baja de la mortalidad infantil y materna post-parto. No era un teórico que se agotaba en esquemas, como suele ocurrir en esa materia. Era un médico que no dejaba que el administrador matara al hombre comprometido con quienes requerían la asistencia. Más de una vez lo vimos llegar, él mismo, en la ambulancia, en momentos en que la situación se hacía difícil y su ejemplo levantaba el ánimo de sus colaboradores.

Esa popularidad le llevó incluso a la Cámara de Diputados, en representación del Foro Batllista. Desplegó allí su infatigable labor de siempre, cerca de los problemas y sobre todo haciendo valer su experiencia y conocimiento en la organización de los sistemas de salud.

Durante todos esos años estuvimos muy cerca. Hace ya un tiempo se había apartado de toda actividad. Sin embargo, somos muchos los que lo seguimos recordando con afecto y seguiremos pensando que organizadores de la salud como él debieran ser un modelo de inspiración para todos aquellos vinculados al noble quehacer hipocrático.

J. M. S.



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