Correo de los Viernes - Mercado... ¿Común del Sur...?

Mercado... ¿Común del Sur...?

Por Alfredo Menini

El 26 de marzo de 1991, a través del Tratado de Asunción, nacía el denominado “Mercado Común del Sur”, por el cual se le dio vida al sueño de avanzar en la profundización de la integración entre Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay. Hoy también lo integra el bloque Venezuela y se han sumado, en carácter de países asociados, Chile, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia.

Los propósitos, principios y fundamentos de ese Tratado permitían despertar muchas ilusiones, en especial en los países más pequeños, Paraguay y Uruguay, quienes fueron los dos primeros en depositar el instrumento de ratificación.

“La libre circulación de bienes, servicios y factores productivos entre países, el establecimiento de un arancel externo común, la libre circulación de personas y la adopción de una política comercial común, la coordinación de políticas macroeconómicas y sectoriales entre los Estados partes y la armonización de las legislaciones para lograr el fortalecimiento del proceso de integración”, tal como lo dice el Tratado, nos hacía soñar que podríamos llegar a ser una “Unión Europea” en nuestra región.

Basados en ese entusiasmo, de inmediato se empezó a trabajar en la necesidad de crear un ámbito jurisdiccional donde se pudieran dirimir las controversias que pudiera generar el Tratado y así fue que se firmó el Protocolo de Brasilia para la Solución de Controversias, naciendo el mismo a partir de la convicción de los países miembros que el Sistema de Solución de Controversias contribuiría “al fortalecimiento de las relaciones entre las partes sobre la base de la justicia y la equidad”.

Así también se le dio forma al Protocolo de Ushuaia, el cual reza: “La plena vigencia de las instituciones democráticas es condición esencial para el desarrollo de los procesos de integración de los Estados Partes del presente Protocolo”.

Todo fue pensado para que nos encamináramos a un proceso de crecimiento teniendo en cuenta las asimetrías, aplicando los principios de justicia y equidad y todo ello en el marco de la vigencia de las instituciones democráticas.

Sin embargo hoy podemos decir que los resultados no han sido precisamente satisfactorios.

Argentina y Brasil hacen alarde permanentemente de ser los más “grandes”, imponiendo y/o tratando de imponer posiciones comerciales y políticas violatorias de los principios del Tratado.

En este contexto y amparados en una suerte de comunidad ideológica, se propició la integración al bloque de Venezuela. En ese propósito también los acompañó Uruguay, al que no le importó que Venezuela tuviera una economía cerrada, contraria a un régimen abierto, ni que no se respetara la libertad de prensa o —como ahora— tenga presos políticos, sino que primó por sobre todas las cosas la “ comunidad ideológica”.

Ese proceso de integración de Venezuela se encontró, en principio, con un obstáculo: el Paraguay. El Senado de la República del Paraguay, en diferentes oportunidades, se opuso a dar su voto para el ingreso de Venezuela al bloque, hasta que encontraron la oportunidad cuando, en el libre uso de las herramientas que ofrece la Constitución de la República del Paraguay, el Congreso guaraní destituyó al Presidente de la República, Fernando Lugo.

Fue en ese contexto que Brasil, Argentina y Uruguay “aprovecharon” para, raudamente y violando expresamente el Protocolo de Ushuahia, suspender a Paraguay, señalando que se había producido un “golpe de Estado”. Y así fue que, al estar suspendido Paraguay, interpretaron que estaban dadas las condiciones para que se aprobara el ingreso de Venezuela como miembro pleno del Mercosur. Fue en esa oportunidad que el Presidente Mujica, dijera aquella tristemente célebre frase: “Lo político primó sobre lo jurídico”, algo que bien conoce ya que por muchos años en su vida lo político primo sobre la Constitución y sobre la democracia, recurriendo a las armas para intentar por esa vía derrocar, infructuosamente, a un gobierno democrático para imponer un régimen por medio de la fuerza.

¿Esto no era previsible? Los que pensamos que podía ser diferente, ¿fuimos ingenuos? Sí, es posible que haya sido así.

Hoy la situación del MERCOSUR sigue incambiada, excepto porque Paraguay es nuevamente miembro pleno a partir de que fuera aceptado nuevamente desde las elecciones realizadas en el año 2013. A pesar que la actitud arbitraria para con ese país quedó consumada, el gobierno del Paraguay entendió que debía volver a formar parte del MERCOSUR, no porque comercialmente fuera a quedar aislado, ya que el mundo abre muchas puertas, pero sí porque políticamente sería atacado, con imprevisibles consecuencias.

En ese contexto y luego de varias postergaciones, se realizó una nueva Cumbre y en ella los integrantes de la “comunidad ideológica”, a instancias de Venezuela pretendieron emitir un pronunciamiento del MERCOSUR contra Israel y a favor de Hamas, pero eso no fue posible ya que Paraguay se negó a firmar esa declaración en una muestra de coraje político digna de ser destacada.

Finalmente, Argentina, Brasil , Uruguay, Venezuela y Bolivia firmaron la declaración, pero al no firmarla Paraguay, no se puede aducir que la firmó el MERCOSUR. Esta vez uno de los pequeños “se plantó” y dijo “¡Presente!” , no teniendo, lamentablemente, de aliado al Uruguay, el cual se dedica solamente a hacerle los deberes a los “grandes”, inspirado en esa “comunidad ideológica”, aunque todos los días sus “compañeros de comunidad” tomen medidas que lo perjudican.