Así pasó con el exintendente Daniel Martínez, que se mostró muy ofendido porque algún gracioso viralizó el meme de una foto de él trucada, en que aparentaba estar leyendo el programa del Frente Amplio con el libro dado vuelta.

Se victimizó como si hubieran herido su honor, cuando el humor político es una constante en el país desde los albores de nuestra nacionalidad y no debería ofender a quienes dedicamos nuestra vida al servicio público.

Así ocurrió también con el muy curioso discurso de lanzamiento de campaña de Carolina Cosse ante un teatro vacío: una metáfora involuntaria de una candidata (y un partido) que parecen admitir que dirigen su retórica a la nada.

En todas las encuestas conocidas hasta ahora, Laura Raffo duplica la intención de voto de cada uno de ellos por separado, aunque obviamente se vea perjudicada en la acumulación por lema. Esa superioridad debería ser razón suficiente para que los candidatos del oficialismo departamental recogieran el guante y debatieran con ella cara a cara: es la mínima responsabilidad que deberían ejercer ante una opinión pública que quiere decidir su voto con razones y no con jingles. Pero mientras la han criticado por una supuesta falta de experiencia, al mismo tiempo rehúyen una polémica en que saben que pasarán un mal momento. Porque es inexplicable que después de 30 años de gobierno departamental rutinario, carente de ideas y de capacidad de ejecución, en un tironeo permanente y agobiante con el sindicato de trabajadores municipales, ahora ofrezcan más de lo mismo o, lo que es aún peor, un cambio que prometen cada cinco años y luego incumplen.

Sólo Álvaro Villar ha abierto en una reciente declaración a la prensa, la posibilidad de debatir con Laura. Sin duda su intención ha de ser llamar la atención entre los ciudadanos dispuestos a votar al Frente Amplio, en una interna que lo tiene rezagado, a pesar del respaldo del MPP, sector radical que va en vías de volver a llamarse por su verdadero nombre: Movimiento de Liberación Nacional "Tupamaros".

La pregunta es si vale la pena que Laura acepte el debate con el único adversario que se anima a hacerlo, cuando la realidad indica que esta no es una elección entre ella y Villar, sino lo es entre un modelo republicano, moderno y de cambio, contra otro colectivista, anquilosado e inercial que defienden por igual Martínez, Villar y Cosse, cooperativizando sus magros votos para que el que logre la mayoría relativa en su débil interna, retenga el poder.

Hoy más que nunca, la nefasta aclaración del primer capítulo del programa del Frente Amplio, en que reconocen explícitamente que su función al mando de la Intendencia no será otra que enfrentarse al gobierno nacional, demanda que los candidatos oficialistas asuman su responsabilidad y den la cara, los tres juntos, frente a una candidata opositora que dice lo que piensa y hace lo que dice. Sería mucho más que un acto de respeto con Laura Raffo: sería respetar a los montevideanos todos, que tienen derecho a elegir entre líderes que estén a la altura de sus responsabilidades.