Correo de los Viernes - Manoteando el superávit de UTE

Manoteando el superávit de UTE

El despiporre fiscal (por no emplear un coloquialismo más grosero) es de tal magnitud, que el gobierno echa mano al superávit de las empresas públicas cuando éste se registra, impidiendo que ese superávit se vuelque a nuevas inversiones, amortizar deuda o aliviar la carga tarifaria sobre los usuarios.

Dejando de lado el caso ANCAP, que viene lentamente recomponiendo sus números sobre el lomo de los uruguayos que pagan uno de los combustibles más altos del mudo mientras el precio del petróleo baja (así cualquiera gestiona el ente petrolero), el superávit global de las empresas públicas viene disminuyendo desde el año pasado, según lo demuestra un artículo de los economistas Horacio Baffico y Gustavo Michelin publicado en el suplemento “Economía & Mercado” del diario “El País”.

Así, el superávit en julio del año pasado fue de 1% y, 12 meses después, es de apenas el 0,1%, lo que se da de bruces con los anuncios de sus directorios, que muy jarifos han anunciado ganancias en el primer semestre del año. ¿Qué pasó? ¿Mienten los directores? No, nada de eso: el gobierno manotea esos superávit.

Y ese deterioro global se explica casi todo por los mayores aportes de UTE. A esta empresa se le estaba exigiendo un aporte de U$S 70 millones al año. Pero debido a las abundantes lluvias y la generación de los parques eólicos, UTE ese aporte se incrementó hasta llegar a los U$S 400 millones.

Más arriba señalamos lo que todo el mundo sabe: el insólito precio de los combustibles en Uruguay. Sin embargo, no es que en electricidad estemos mucho mejor. De acuerdo a un comparativo efectuado por la consultora uruguaya SEG Energía, que coteja el precio en dólares de la energía para la industria y para los hogares en Argentina, Brasil, Chile y Uruguay, el precio uruguayo es el más alto en ambos rubros, pero mucho más para los hogares.

Una vez más se demuestra otra de las varias perniciosas consecuencias de los monopolios: la capacidad del gobierno de turno, por voracidad fiscal, de echar mano a los precios de esos monopolios, perjudicando a la producción y al usuario directo.