Los tiempos de la oposición

Por Lole Hierro

Es necesario que los partidos opositores diseñen ahora los grandes lineamientos de sus acuerdos preelectorales

Mientras las encuestas van y vienen difiriendo entre sí en los registros, lo único más o menos constante que muestran de un cierto tiempo a esta parte, es que el malhumor del electorado crece. Lo sufre el partido de gobierno, por una economía que muestra signos preocupantes sin vislumbrar cambios a futuro, por los pedidos de procesamiento por parte la justicia que no han tenido una respuesta tajante del partido gobernante y por un estado de la seguridad pública que tiene cada día más atemorizada a la población, entre otros temas.

También lo sufre la oposición, pero en todo caso la constante de la mayoría de las encuestas muestra que el partido de gobierno no la tiene fácil de cara a la próxima elección, y los partidos desafiantes están en una posición que antes no habían ostentado.

La oposición se compone de cuatro partidos con diferente peso en la representación parlamentaria si no se cuenta a Asamblea Popular.

Han mostrado muchas coincidencias en la oposición a los grandes temas de lo que ha sido la gestión del Frente Amplio, evidenciado en posturas públicas y votaciones parlamentarias.

Si se suman las intenciones de voto de los cuatro partidos, el bloque estaría en condiciones de pelear la mayoría en una futura segunda vuelta en 2019, si es que finalmente pueden llegar a un acuerdo programático como muchos dirigentes plantean y ciudadanos reclaman.

Se ha generado un interesante debate sobre los tiempos y en qué debería consistir ese hipotético acuerdo programático.

Lo primero a señalar, es que es notorio que de ganar cualquier partido opositor la próxima elección, no tendrá mayorías parlamentarias y para gobernar deberá contar con el apoyo de los demás partidos para poder gobernar. Sería una expresión de deseo casi infantil pensar que un partido podrá gobernar sólo, y así lo indica la historia reciente cuando no ha gobernado el hegemónico Frente Amplio desde el retorno a la democracia.

Eso es lo interesante del debate. En el entendido que es posible que gane un partido opositor, la pregunta que surge es cuál es la mejor estrategia para llegar fortalecidos a la segunda vuelta.

Hay quienes sostienen que el camino es el ya recorrido las últimas dos elecciones, y luego de la primera vuelta ver cómo se posicionan el partido que accedió a la instancia del balotaje y las demás fuerzas políticas. Hay experiencia sobre los casos de las elecciones de 2009 y 2014, motivo por lo que no son pocas las voces que se alzan diciendo que seguir la misma estrategia debilitaría las posibilidades de vencer al Frente Amplio.

Por eso muchos sostenemos que es buena cosa empezar a dialogar y trabajar con tiempo para ambientar un espacio de acuerdos programáticos de los partidos opositores sobre los temas más importantes que el futuro gobierno, gane el partido opositor que gane deberá encarar con el apoyo parlamentario y político de las demás fuerzas opositoras.

Un avance en esos temas haría llegar a los partidos en posición más sólida, adelantando tiempos y mostrándole a la ciudadanía un proyecto de cambio serio y maduro de cara al futuro del país.

Naturalmente que cada colectividad tendrá su elección interna, sus candidatos mostrarán ideas y perfiles propios y luego de las mismas emergerán los candidatos únicos que luego de definir los detalles del posible acuerdo programático lo podrán comunicar a la ciudadanía.

No tienen que ser contrapuestos el trabajo a la interna partidaria con la posibilidad de avance para alcanzar una hoja de ruta que luego se cristalice en un documento conjunto. Además, si algún precandidato no quiere participar no tiene por qué hacerlo y en todo caso será una señal al electorado que podría capitalizar si así lo desea.

Sería una estrategia diferente a las ya empleadas para enfrentar a un gobierno que echará a andar todos los recursos del manejo del Estado y los cuantiosos recursos económicos de que dispone, que se suman a su presencia cultural, social y política hegemónica en el país.

Hay colorados que son reacios a llevar adelante una estrategia así por cómo marcamos en las encuestas. Otros van más allá aun y rechazan cualquier tipo de acuerdo, lo que bloquearía un futuro gobierno, olvidando que las últimas administraciones encabezados por Sanguinetti y Batlle gobernaron con acuerdos parlamentarios y coaliciones, marcados por una realidad como la actual.

Lo cierto es que nadie puede asegurar quienes serán los candidatos ni cómo arrancará cada partido luego de la interna. En el Partido Nacional podrá ganar o no Lacalle Pou, hay movimientos y se verá qué pasa.  La situación colorada es una incógnita aún mayor ya que ni la totalidad de los candidatos están definidos, lo que hoy lo perjudica en las encuestas pero a futuro seguramente hará cambiar sustancialmente su posición. De hecho, cada elección pasada ha demostrado que en muchos casos los escenarios cambiaron y quienes iban en punta no ganaron; y como siempre las campañas electorales tienen su incidencia en función de aciertos o errores de los candidatos en la evolución de las preferencias de los electores y los resultados finales.

Por tanto, quienes planteamos ganar en tiempo no lo hacemos tomando en cuenta candidatos específicos ni haciendo futurología electoral. Lo hacemos desde lo conceptual. Desde la necesidad de mostrarle una oposición preparada para gobernar con tiempo a la ciudadanía, que por otra parte muchos segmentos de la misma lo reclama y otros lo puede estar esperando, sobre todo sectores independientes, no atados a identidades partidarias que votan personas o propuestas serias y posibles de llevar a cabo. Seguramente muchos sean los desencantados, esos ciudadanos que hoy están malhumorados y estarán atentos a cada movimiento de los desafiantes.

Uruguay debe volver a encontrarse con su talante republicano herido cada día más por el frentismo cuyo proyecto en el gobierno se encuentra agotado (el principal clivaje político del país hoy es republicanos-antirrepublicanos) y necesita un sacudón transformador para ordenar su economía y generar un cambio en temas como la seguridad, la educación, la política exterior e inserción comercial, la infraestructura, entre otros.

Con sus diferencias históricas y también presentes, los partidos opositores deben mostrarse maduros para encontrar coincidencias en los grandes temas que hacen al futuro del país, y así presentarse como una real opción de gobierno esperanzadora.



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