Pasado el momento crítico de la pandemia, las estructuras de trabajo deberán adaptarse a situaciones distintas, que ya se han transitado, y que, en muchos aspectos, llegaron para quedarse. En efecto, las reuniones virtuales, la combinación entre trabajo remoto y la presencialidad, son sólo parte de algunos desafíos, de los tantos que hemos tenido que transitar, obligados, a partir de marzo de 2020, y ya nada volverá a ser como antes.

Es una oportunidad de reinventarse, que además se torna en imprescindible para insertarse en el mundo de la producción, del consumo, de la cultura. La vida cotidiana en sociedad, está, desde ya, condicionada a las respuestas en ese sentido, y los modelos híbridos, seguramente nos serán cotidianos.

Y cuando retornemos al día a día, tendremos que haber resuelto cómo hacer para contar con algunas personas físicamente y con otras en forma virtual. La productividad, la eficiencia, y la contemplación del individuo en su entorno y vida cotidiana, serán elemento esenciales para el éxito, desde el punto de vista de la eficiencia, y de los aspectos socioeconómicos que lo contienen.

Y otra vez nos encontramos con que la decisión del pueblo uruguayo de cambiar de modelo en lo que a gobierno se refiere fue en un momento clave y oportuno, y es lo que, indirectamente, se refleja en los resultados de aprobación en las diversas mediciones, aun sin haber empezado a transitar, en forma permanente y continua, lo dicho con anterioridad.

El populismo de quince años nos dejó miseria, multiplicación de pobreza plasmada en asentamientos indignos, una enseñanza replegada y deficiente como nunca antes, y desastres económicos que están siendo investigados por las razones que todos conocemos, perpetrados en épocas de bonanza.

¿Realmente alguien puede sostener que el modelo populista de asistencialismo, menosprecio de la profesionalidad, y reparto de la pobreza entre los pobres, cada vez más oprimidos, estaría en condiciones de afrontar esta etapa?

¿Alguien puede volver a confiar en un conglomerado, hoy oposición, que sistemáticamente se ha negado y opuesto con chicanas de todo tipo, a toda propuesta innovadora que pretenda adecuarse a los tiempos nuevos?

La respuesta es obvia, se percibe en el aire fresco que se respira, se plasma en las encuestas de opinión, se visualiza en las redes sociales, y se disfruta, con la almohada, a la hora de descansar, a sabiendas de que el camino se empezó a transitar.

Es el camino que nos aleja de las miserias de muchos hermanos argentinos, venezolanos, cubanos, y de otros sitios donde la inmoralidad que defiende la opresión a veces, y la incapacidad otras, es patrocinada por algunos propios, y otros ajenos, cómplices de la desgracia padecida por hermanos de la "patria grande" que dicen, impúdicamente, defender.

Nuestro mensaje para los que insisten en insertar ese modelo en nuestro Uruguay, y que hoy siguen enquistados y atacan desde diversos flancos, es dantesco: "Los que aquí entráis, abandonad toda esperanza". Porque el optimismo, basado en la transparencia hacia el pueblo y capacidad de gestión, han retornado, para quedarse.

Un arduo trabajo nos espera, y el Batllismo debe ser protagonista, y también reinventarse como lo ha hecho muchas veces, pues la construcción de sociedad, está en su ADN.