Las fallas del BCU

Aunque el presidente del Banco Central, Mario Bergara, asegure que se ha seguido un modelo de supervisión “correcto”, de los hechos y de sus propias palabras se desprende que ello no ha sido así.

A raíz de la situación suscitada en torno al Cambio “Nelson”, el presidente del Banco Central, Mario Bergara, volvió a concurrir el pasado miércoles al Parlamento, esta vez para comparecer ante la Comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados. La semana anterior lo había hecho ante la comisión homóloga del Senado.

En la comparecencia de la semana pasada, Bergara había mencionado que existían indicios de lavado de activos en la operativa del Cambio Nelson. Incluso se ufanó de ello, señalando que si ello ocurría es porque las nuevas normas anti-lavado habían terminado con ese tipo de operaciones en el sector bancario.

Esta semana, en cambio, confrontado por la oposición en el sentido de que el BCU no había supervisado debidamente la operativa de Cambio Nelson, Bergara cambió ligera pero significativamente el libreto. Señaló que al Banco Central nunca le había llegado una denuncia contra la desaparecida casa cambiaria, aunque admitió —de nuevo— que existen “varios indicios que hacen pensar que pudiera haber un proceso de lavado de activos”.

El diputado nacionalista Gustavo Penadés (Herrerismo) presentó en la comisión documentación que prueba de que efectivamente se había alertado al BCU sobre operaciones sospechosas y ello ocurrió en 2013 (¡hace 3 años!) por parte de un juzgado de concursos a través del expediente 281/2013. Concretamente, Penadés señaló que el juzgado, mediante un Reporte de Operación Sospechosa (BCU), había advertido a la autoridad monetaria que no se había podido determinar el origen de U$S 800.000 que una persona giró al Cambio Nelson para un pago a acreedores.

Ante la evidencia presentada, el BCU emitió un comunicado expresando que “dicho oficio no constituyó en ningún momento un Reporte de Operación Sospechosa ni una denuncia específica contra el Cambio Nelson, sino respecto al acreedor cuyo crédito se estaba verificando”.

Durante su comparecencia del miércoles, Bergara fue interrogado por el diputado colorado Conrado Rodríguez (Batllismo Unido – Espacio Abierto) sobre el tipo de controles que el Banco Central lleva a cabo sobre las casas de cambio. Y la respuesta del presidente de la institución fue muy significativa: para el BCU, los cambios son de menor riesgo que los bancos porque manejarían sumas de dinero menores que éstos y, en razón de ello, la institución sólo interviene si hay una denuncia concreta o se advierte inconsistencias en los balances. Bergara defendió el criterio afirmando que el “modelo de supervisión [...] tiene que concentrar sus recursos en las cosas que son más relevantes desde el punto de vista sistémico”, por lo cual es “correcto” y sigue “las mejores prácticas a nivel internacional”.

En su página de Facebook, el diputado Rodríguez expresó su sorpresa: “Esto implica que el BCU sólo actúa a denuncia de parte o si surgieren inconsistencias en sus balances que se estudian a distancia, ergo, si los cambios realizan actividad fraudulenta con operaciones no permitidas y paralelas a su contabilidad, es difícil que las puedan detectar”.

Los legisladores de la oposición no fueron los únicos que advirtieron que la supervisión del Banco Central sobre las casas de cambio y, en particular, sobre el Cambio “Nelson”, fue en todo punto insuficiente. Nada menos que el Fiscal de Corte, Dr. Jorge Díaz, expresó duras críticas al BCU. En una ponencia durante el seminario “Compliance Day: transparencia fiscal y prevención del lavado de dinero”, organizado por el estudio jurídico Brum & Costa, Díaz manifestó que “si el BCU dispone de recursos para controlar cuando una estación de servicio realiza un cambio de moneda en alguna pequeña ciudad del interior y la multan por ello, debería tener los recursos para poder controlar a un cambio en el principal balneario del país que realizaba una actividad financiera ilícita”. Cuando el diputado Penadés le preguntó a Bergara qué juicio le merecían los dichos del Fiscal de Corte, el presidente del BCU no respondió.

En suma, de boca del propio Bergara, por más que afirme que el modelo de supervisión del BCU “es correcto” y sigue “las mejores prácticas internacionales”, surgen claramente las graves falencias de ese “modelo”. Tanto es así que Bergara no tuvo más remedio que reconocer que “siempre hay cosas para mejorar y aprender” y que “la regulación va detrás de los problemas, y por lo tanto creo que hay algunas cosas de este caso en particular que ameritan afianzamiento de temas regulatorios, de supervisión, e incluso alguna cuestión de índole legal”.



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