La reivindicación del reglamento de tierras de Artigas

Por Tomás Laguna

Es fantástico el folklore que acompaña a la militancia izquierdista en su trajinar combativo, pluralista, participativo, igualitario, comprometido y arriba los que luchan... Con variantes, el discurso es reiterativo, a veces cómico otras veces empalagoso pero siempre contradictorio. Más aún luego de ser gobierno durante 10 años.

Como referencia del obsoleto discurso del oficialismo, la reciente celebración organizada en el pueblo Gregorio Aznárez, con motivo de celebrar el seminario “Tierra y producción a 200 años del Reglamento Agrario Artiguista”. En la oportunidad se dieron cita el Presidente de la República y los Ministros de Ganadería, Agricultura y Pesca y de Educación y Cultura junto a la presidente del Instituto Nacional de Colonización y al intendente de Maldonado.

La jornada fue absolutamente surrealista, con encendidos discursos reivindicando un reglamento de distribución de tierras de hace 200 años como “una verdadera pedagogía de la revolución” al decir de una militante historiadora convocada para la ocasión. Por su parte la actual presidente del INC sentenció que “la tierra es un bien social y debe mantenerse en manos del Estado”, para rematar sosteniendo que “es la única garantía de una política de distribución de tierras a largo plazo”.

Son interesantes las referencias desde el fondo de la historia. La tierra como elemento de poder tuvo su máxima significación en la Edad Media, donde los propietarios eran las familias feudales de la época y los campesinos quienes la trabajaban. No es muy diferente la propuesta de la presidenta del INC, donde el lugar del caballero feudal lo ocupa el Estado omnipotente, o tal vez debamos retrotraernos 200 años en la historia para definir, con los parámetros de la vieja Banda Oriental, la mejor forma de tenencia del preciado bien productivo... Eso sí: el agro negocio de exportación, generador de divisas y del bienestar del país todo no fue tema de este seminario, en todo caso merece ser denunciado como producto del capitalismo devorador de hombres y generador de opresión y miseria...

En el aquelarre del idiotario ideológico, el estrado desde donde se dirigían los sendos discursos combativos y reivindicativos de viejos ideales de los 60, era compartido por sociólogos, historiadores, militantes y el Sr. Ministro de Ganadería, reconocido terrateniente del norte uruguayo, poderoso actor como empresario del agro negocio moderno. Discépolo vive en el escenario de la izquierda...

Por su parte, el presidente Mujica, entre las reflexiones que les son habituales, se dedicó a imaginar cómo hubiera sido la distribución de la tierra si el INC hubiera tenido recursos, olvidándose una vez más que llevan 10 años de gobierno. Luego, por supuesto, la confrontación como instrumento dilecto del discurso de barricada al referir que esas tierras donde hoy el INC inauguraba varios emprendimientos, fueron propiedad de una de las familias más poderosas del país. Claro que esa familia se fundió y los campos, luego de remates y otros avatares judiciales pasaron al INC. Pero no por producto de ninguna revolución artiguista y libertadora...

En la misma oportunidad, un reconocido sociólogo del ecumenismo izquierdista sentenció que “la distribución de la tierra y las formas de tenencia son una construcción social, por lo tanto es posible incidir con políticas públicas que apoyen a la producción familiar, protegiendo la soberanía alimentaria y con políticas que limiten la propiedad de las empresas extranjeras y la concentración de la tierra”. Amén, que así sea, por la tierra y con Sendic, solo que —según el Censo Agropecuario— en los últimos 10 años se perdieron 12.350 productores, de los cuales 12.156 eran de menos de 200 hás. En el mismo período se le concedieron beneficios a la multinacional Montes del Plata para adquirir tierras y montar su proyecto celulósico en el litoral sur del país. A su vez, un grupo inversor neozelandés compró 30.000 hás, hoy en propiedad de otro fondo de inversión extranjero. Solo por mencionar dos mega-emprendimientos prohijados por el oficialismo. Las contradicciones son grotescas y absurdas, alimentando una gran patraña ideológica con la cual buscan captar a ingenuos y resentidos.

El mentado seminario de la zona del Solís Grande, en la ruta 9, es un caso más de ese gran teatro negro armado desde la izquierda vernácula con el libreto de la arenga militante que recibe el aplauso incondicional de un público de resentidos y contestatarios.



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