La importancia de la Coalición
Por Marcela Pérez Pascual
Hoy es indiscutido que el gobierno, del partido político que sea, que tenga el honor y la responsabilidad de asumir la conducción de nuestro país el 1ero de marzo de 2020, no podrá gobernar solo. Deberá hacerlo buscando acuerdos con los otros partidos políticos que le permitirán realizar los cambios y propuestas que se imponga como meta. Para poder gobernar, deberá hacerlo en coalición.
El presidente Sanguinetti viene recalcando la importancia de que, antes de la elección de octubre, la oposición debe elaborar una confluencia programática de cinco seis puntos básicos de forma de configurar y ofrecer una real alternativa al gobierno del Frente Amplio. Fue con este fin que, ya en mayo el año pasado, visitó a los líderes nacionalistas, Luis Lacalle Pou y Jorge Larrañaga. Sin duda logró su cometido ya que hoy la idea de que el próximo gobierno debe ser uno de coalición está completamente instalada.
El acuerdo básico para una coalición debe construirse ahora, antes de las elecciones nacionales, porque juega en una doble perspectiva. Primero, en el tiempo, presentarle a la ciudadanía una alternativa electoral que le devuelva, ante el acto eleccionario, el sentimiento de esperanza de un futuro mejor. El segundo, en una etapa posterior, darle la garantía de la construcción de un gobierno de entendimiento, lo más amplio posible, con sus grandes lineamientos trazados de antemano, que permitan desarrollar políticas de Estado.
Así lo ha hecho el Presidente Sanguinetti demostrando su visión de largo plazo, su entendimiento cabal del funcionamiento del Estado y de la política de gobierno, poniendo, por encima, de los intereses personales e inclusive partidarios, al país. Una vez más, vemos su capacidad como estadista y su sentido de responsabilidad para con la República.
Es indiscutible que cada partido tiene su identidad y esta debe ser preservada. Pero también sabemos que la oposición coincide en temas de central importancia para el país. Dentro de ellos, está la identidad democrática, la defensa de la legalidad y orden público, la necesidad de una reforma educativa y el retorno a una economía abierta al mundo, que permita volver a insertar a nuestro país en el mapa de la economía global, para atraer inversiones productivas y, con ello, generar nuevas fuentes de trabajo.
Por lo tanto, quienes hoy lideran los partidos opositores, deberían demostrar su grandeza, su humildad, su espíritu patriótico y su habilidad política, cualidades imprescindibles a la hora de gobernar. De esta manera generaríamos la confianza y la esperanza necesarias en la ciudadanía para que nos vean como una alternativa de gobierno sólida y real.
La segunda presidencia del Dr. Julio María Sanguinetti fue un gobierno de coalición donde se acordó un programa en común con el Partido Nacional. Gracias a esa coalición se pudieron lograr grandes reformas para el país; salvar el sistema de seguridad social, reformar profundamente la educación, cambiar el sistema electoral, volver a una inflación de un dígito luego de décadas, entre otras tantas. Todas estas mejoras fueron posibles porque contábamos con un gobierno estable.
Antes de la segunda vuelta electoral de 1999, amos partidos históricos firmaron un acuerdo de gobierno que habilitó la convocatoria del Directorio nacionalista a que los blancos votaran la fórmula Batlle-Hierro. Muchas de esas propuestas pudieron aplicarse antes de la crisis de 2002. Por lo tanto, la oposición sabe de lo que está hablando y probó que puede hacerlo.
Los uruguayos han manifestado, y lo continúan haciendo, estar cansados de los políticos que miran solamente su chacra. Tenemos que lograr que cambie su visión y vote con esperanza renovada. Para ello, debemos dejar de lado el individualismo y actuar en pos de nuestros ideales y de los que compartimos con la enorme mayoría, para que así Uruguay logre salir adelante y volvamos a ser ejemplo en el mundo entero, en todos los órdenes.
Logremos recuperar la confianza de nuestra ciudadanía en la actividad política y los políticos.
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