Hecho insólito en el marco de las elecciones para el BPS

Por Tomás Laguna

Un hecho políticamente insólito se dio en esta campaña electoral para los cargos en el directorio del BPS. El Senador Juan Castillo, incondicional sindicalista del PIT CNT, militante del Partido Comunista, legislador electo por quienes promueven la lucha de clases y contrarios a la propiedad privada de los medios de producción, de pronto consideró oportuno terciar en la compulsa por el cargo de quién deberá representar a los empresarios ante el BPS.

En el país hay algo más de 200.000 empresas de distinto porte. Aproximadamente la mitad son unipersonales, la mayoría son pequeñas y medianas. Pero todas estas empresas -con las excepciones establecidas en la norma- tienen voto al momento de decidir quién representa al sector empresarial en la directiva del organismo. Más aún, no hay voto calificado por nivel de facturación por lo tanto vale lo mismo el voto del dueño de un pequeño comercio de barrio como el de un frigorífico exportador. Esto justifica la actividad proselitista al momento de procurar cada voto, más aun siendo este obligatorio.

Así las cosas, por el sector empresarial se presentaron dos listas -en algún momento fueron tres- una de ellas incubada en el ámbito de las cámaras empresariales, con una fuerte impronta de la actual delegación ante el directorio (lista 22), la otra promovida por Un Solo Uruguay a partir del apoyo de comerciantes del este, en particular de Maldonado (lista 26). La Cámara de Comercio, no integrada a la Confederación de Cámaras Empresariales, intentó terciar con la postulación de sus propios candidatos, pero pronto, ante la falta de apoyo en el sector empresarial, retiró la candidatura. De alguna manera quedó en evidencia la coincidencia en el apoyo empresarial a la lista 22.

En este escenario, la pugna quedó resumida a dos opciones claramente identificadas en su génesis y en su impronta. Una con claros antecedentes de trabajo y participación empresarial en los temas de la seguridad social, la otra promoviendo una suerte de renovación total frente al "establishment" a partir de nuevos actores, algo así como "que se vayan todos". Lo que nadie suponía ni esperaba fue que hubiera un convidado de piedra. El senador Juan Castillo, ex sindicalista no obstante incondicional representante del PIT CNT, decidió terciar en la contienda a través de un mensaje en las redes sociales dónde, además de apoyar a los candidatos de la central sindical por el orden pasivos y activos, emitió opinión invitando a votar por la lista 22, integrada a partir de los ámbitos de participación de las cámaras y gremiales empresariales. Esta insólita circunstancia dejó descolocados a los representantes de las cámaras empresariales y fue rápidamente aprovechado por el movimiento Un Solo Uruguay para desacreditar a su contendiente al punto de acusarlos a través de mensajes en las redes sociales por ser la opción comunista. Más aún, ironizaron la conjunción electoral entre sindicatos y la oligarquía empresarial.

Hasta acá los hechos, procurando ser lo más objetivos posible en su relato. La reflexión que surge, ya entrando en el terreno subjetivo de la interpretación, obliga a analizar intencionalidades con el riesgo que esto siempre implica.

Un Solo Uruguay se mantiene activo y no pierde oportunidad de mantener su protagonismo. Más allá de su origen cuando contó con la simpatía y apoyo de muchas gremiales y cámaras empresariales, en particular las rurales, hoy ya no reúne aquella euforia en su entorno no obstante se expresa por sí mismo con respaldo de sus incondicionales y alguna gremial rural en temas muy puntuales como lo ha sido el reclamo por la liberalización en la venta de combustibles. Mantienen su condición de autoconvocados y falta de organicidad institucional, tampoco dicen obedecer a ninguna ideología o partido político. Sin que lo hayan manifestado, pero interpretando sus declaraciones e intervenciones públicas suelen apelar al descontento social, son claramente nacionalistas, seguramente enfrentados al comunismo, ocasionalmente cuestionadores del Estado según el tema del que se trate. Se los podría definir como un movimiento de indignados, como ya existieron en el Viejo Mundo, en particular en Francia con los "Gilets Jaunes" o más recientemente en España con los indignados contra la transición energética. Entre sus estrategias protagónicas, Un Solo Uruguay tomó la decisión de presentar candidatos a los tres órdenes en el BPS, situación sin antecedentes que conozcamos, bajo una misma propuesta: hay que cambiar todo.

¿Cual pudo ser la razón para que un reconocido dirigente comunista decidiera terciar en una elección dónde el PIT CNT no presenta candidatos ni tampoco la izquierda por sí misma? ¿Evaluó en algún momento este veterano cultor de la lucha de clases las consecuencias de su acto?

Es evidente que si a alguien benefició fue al movimiento Un Solo Uruguay, que no hesitó en desacreditar a sus contendientes por el apoyo comunista procurando confundir a los electores. ¿Era lo que pretendía el senador Castillos? Resultaría insólito siendo que a nivel de esta contienda electoral el PIT CNT se mide directamente con USU a nivel de jubilados y de activos, ¿porque favorecerlos en el tercer orden?

Estos hechos lo que dejan en evidencia es una suerte de contienda sorda entre la central sindical y los indignados de USU. Situación que data desde el mismo origen del movimiento autoconvocado. Nunca hubo la más mínima sintonía entre ambos "colectivos" y las elecciones para el BPS se han transformado en un ocasional campo de batalla. La lista 22 impulsada por las cámaras empresariales pasó a ser víctima colateral utilizada en una confrontación de la que no toman parte: por un lado, quienes combaten la economía de mercado y la propiedad privada, por otro los indignados anti establishment. En definitiva, una expresión de la polarización de nuestra sociedad llevada a un terreno insólito, las elecciones del BPS.




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