Gestido y Pacheco

El 6 de diciembre de 1967 fallecía el Presidente general Óscar D. Gestido, remplazándolo ese mismo día su Vicepresidente, Jorge Pacheco Areco.

En la madrugada de aquel aciago día, el Vicepresidente Pacheco fue despertado por una llamada telefónica de urgencia: el Presidente de la República había fallecido en su cama de un infarto masivo, del cual no se había podido recuperar pese a los esfuerzos médicos.

Unos días antes, el Presidente Gestido, en una visita a la ciudad de Rivera, le había pedido al general Líber Seregni, jefe de la Región Militar Nº 1 —la más poderosa del país—, que lo acompañara en el vuelo de retorno a Montevideo. Seregni —narraría décadas después— quedó alarmado por el mal aspecto de Gestido, que denotaba que su salud no estaba bien: su cansino andar y una imponente hinchazón en los tobillos.

Luego de esa llamada, Pacheco se dirigió rápidamente a la modesta casa del veterano general, en Pocitos. Una vez allí, luego de dar los pésames correspondientes a los familiares de Gestido, pudo ver su cuerpo tendido en una austera cama de hierro. Al rato llegó el general Líber Seregni quien se cuadró marcialmente frente a él y le dijo: “Sr. Presidente, la Región Militar Nº 1 está a sus órdenes”. Seregni procuraba brindar plena certeza de continuidad institucional en un marco de permanentes rumores de conspiraciones golpistas, que ya habían tenido dos atisbos de concreción: en 1964 y en 1965.

Poco después llegó el Dr. Carlos Manini Ríos, entonces Director de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto. En el patio se encontraban Pacheco, Seregni y el Secretario de la Presidencia, el Dr. Héctor Giorgi. Luego de una breve conversación entre los cuatro, Manini tomó del brazo a Pacheco, lo apartó y le dijo a su sorprendido interlocutor: “¿Vos qué estás haciendo acá? Andate ya a Casa de Gobierno antes de que asuma otro”.

No pudieron dar con el Escribano de Gobierno pero sí, en cambio, ubicaron al Escribano de Hacienda, Raúl De Castro, y todos se dirigieron hacia el Palacio Estévez —entonces sede de la Presidencia— donde se repetían las escenas de congoja. Sentado en la imponente escalera de mármol se encontraba sollozando el coronel Raúl Barlocco, viejo amigo de Gestido y a la sazón Jefe de Policía de Montevideo.

Así, a las 5.20, en una rápida ceremonia formal, ante escasos testigos, el escribano De Castro labró el acta de traspaso del poder, firmando el ya ahora Presidente Pacheco, el Secretario de la Presidencia, Dr. Giorgi, y el Prosecretario, Dr. Carlos Pirán.

A las 6.30 fue convocado de urgencia el Consejo de Ministros. Todos los Ministros pusieron sus respectivos cargos a disposición, pero el flamante Presidente Pacheco los ratificó. Se abría una nueva etapa en la vida del país.

Gestido

Óscar Diego Gestido había nacido en Montevideo el 28 de noviembre de 1901, hijo de inmigrantes españoles. A los 16 años ingresó a la Escuela Militar de donde egresó como alférez del arma de Artillería. Pocos años después pasó al arma del Aire, ingresando a la Escuela de Aviación.

En 1935 se produce un intento de rebelión contra el gobierno de Gabriel Terra y al entonces mayor Óscar Gestido se le asigna la ingrata tarea de reprimir desde el aire el alzamiento. Gestido cumple con la orden, pero procurando no herir a nadie sino realizando disparos meramente disuasorios.

Continuó su carrera en el Ejército aunque siempre vinculado a la aviación militar, alcanzando en 1949 las palmas de general. En 1951 es nombrado Inspector General del Ejército (equivalente al de Comandante en Jefe), impulsando desde allí un proceso para independizar la aviación militar (ello se concretaría recién en 1963 con la creación de la Fuerza Aérea). Pasa a retiro en 1957.

Como administrador adquiere notoriedad en sus roles de interventor de PLUNA y luego de AFE. Acompañado de esa fama de eficiente y probo administrador, el primer gobierno colegiado blanco le encomienda —pese a su notoria condición de colorado— presidir la Comisión Nacional Pro Ayuda a los Damnificados por las terribles inundaciones de aquel año.

A principios de la década de 1960, es de los fundadores de la Unión Colorada y Batllista (UCB), sector colorado que agrupa a la Lista 14 —vinculada al diario “El Día” y a los hermanos Batlle Pacheco, hijos de Batlle y Ordóñez— y al llamado “coloradismo independiente”, en el cual revistaban los grupos que habían estado vinculados al régimen de Terra. Es precisamente en la UCB donde se vincula a Jorge Pacheco Areco, quien era director de “El Día” desde el fallecimiento de su tío Rafael Batlle Pacheco en 1961.

Como integrante de la UCB, encabezó la lista de ese sector al Consejo Nacional de Gobierno para las elecciones de 1962, asumiendo el 1º de marzo de 1963 como uno de los tres integrantes de la minoría colorada.

Pacheco Areco

Jorge Pacheco Areco nació en Montevideo el 9 de abril de 1920. Era hijo del médico y diputado Manuel Pacheco, quien a su vez era sobrino de Matilde Pacheco Stewart de Batlle y Ordóñez y nieto de Manuel Pacheco y Obes, hermano de Melchor Pacheco y Obes, el héroe de la Defensa. El abuelo materno de Jorge Pacheco Areco, a su vez, era el prominente político Ricardo Areco (batllista primero y vierista después), co-autor junto a Domingo Arena de la ley de divorcio por sola voluntad de la mujer.

Siendo jovencito se vinculó políticamente, a través de su abuelo materno, al llamado “coloradismo radical”, que era la fracción colorada que lideraba el ex Presidente Feliciano Viera. Pocos años después, empero, se acercó a sus parientes Batlle Pacheco y así ingresa al diario “El Día”.

Estudió en la Facultad de Derecho, pero no llegó a graduarse como abogado. Además de ejercer el periodismo en “El Día”, Pacheco dictó clases de Literatura y de Idioma Español en varios liceos y también fue funcionario aduanero.

En las elecciones de 1962 —las mismas en las que Gestido encabezó la lista al Consejo Nacional de Gobierno por la UCB— Pacheco encabeza la lista 10 de ese sector y resulta electo diputado.

En 1966 en la UCB —como en otros sectores colorados— comienza a impulsarse la idea de una reforma constitucional que elimine el colegiado para retornar al Ejecutivo unipersonal. Pacheco adhiere a la iniciativa lo que lo pone en rumbo de colisión con su tío César Batlle Pacheco —fervoroso colegialista—, fuerte discrepancia que determina su salida del diario “El Día”.

Gestido – Pacheco Areco

En 1966, acordado el texto de reforma constitucional que —a la postre— resultaría aprobado (la actual Constitución de 1967), la UCB decide la postulación del general Gestido a la Presidencia para las elecciones de ese año, siendo Pacheco uno de los más decididos impulsores de esa candidatura.

Ese año, además, la UCB traba una alianza con otro importante sector colorado, el llamado “grupo de los Senadores”, oficialmente denominado “Frente Colorado de Unidad” (FCU), formado por relevantes personalidades escindidas de la vieja Lista 15, que no habían aceptado el resultado de las elecciones internas de ese sector el año anterior y en las que había resultado triunfador el joven Jorge Batlle. En el FCU estaban —nada menos— Glauco Segovia, Manuel Flores Mora, Alba Roballo, Justino Carrere Sapriza, Teófilo Collazo, Luis Riñón Perret, Luis Tróccoli y Juan Adolfo Singer, entre otros prestigiosos dirigentes del quincismo histórico.

La fecha para registrar las listas se acercaba y Gestido necesitaba un compañero de fórmula. El primer ofrecimiento —como era de esperarse— fue para Glauco Segovia, principal dirigente del FCU, pero éste declinó y manifestó su voluntad de ser el candidato de ambos sectores a la Intendencia de Montevideo, lo que efectivamente se concretó. Gestido entonces procuró sumar a la Lista 99 de Zelmar Michelini (que también respaldaba el proyecto de reforma constitucional), pero finalmente no hubo acuerdo. Intentó también con Julio Lacarte Muró, el compañero de fórmula de Jorge Batlle, en un intento de marcar un acuerdo entre ambas candidaturas al compartir el candidato a Vicepresidente, pero Batlle rechazó contundentemente esa posibilidad. Apesadumbrado por los sucesivos fracasos y ante la aparente imposibilidad de los dos sectores que lo respaldaban de alcanzar un acuerdo en un nombre para acompañarlo, Gestido decide ofrecerle a Pacheco la candidatura a Vicepresidente. Pacheco quedó sumamente sorprendido, porque incluso no tenía esperanza de siquiera volver a ser diputado y estaba en conversaciones con el diario “Clarín” de Buenos Aires para ingresar a su redacción. Gestido, ante las dubitaciones de Pacheco, le dijo entonces: “Si usted no acepta, entonces renuncio a mi candidatura”. Pacheco, entonces, aceptó.

El 27 de noviembre de 1966 fue la elección. La reforma constitucional “naranja” (por el color de la papeleta), apoyada por la mayoría del Partido Colorado y del Partido Nacional, se impuso con un 75% de los votos. A su vez, el Partido Colorado triunfó con el 49,33% de los votos (40,34% el Partido Nacional) y dentro de éste, la fórmula Gestido – Pacheco ganó con escaso margen sobre la candidatura de Jorge Batlle. El aporte electoral del FCU fue fundamental para ese triunfo porque sus votos superaron a los de la UCB.

El 1° de marzo de 1967 asume la Presidencia el general Gestido en medio de una escalada inflacionaria, un clima de agitación sindical sin precedentes y las acciones de una incipiente guerrilla tupamara que aún no había llevado a cabo sus acciones más espectaculares.

Gestido armó un gabinete que procuraba contemplar a la mayor cantidad de sectores colorados, pero ello llevó a fuertes choques al interior del gobierno. Gestido procuraba que esas diferencias se resolvieran “en familia”, conversando, pero a costa de la ejecutividad que se esperaba del gobierno. Hubo varios cambios de gabinete y giros importantes en la conducción económica, incrementando el clima de crispación política y sindical. La CNT en particular, no dio tregua alguna y se opuso con idéntica vehemencia a las conducciones económicas más ortodoxas y a las más desarrollistas, forzando a Gestido a imponer medidas prontas de seguridad, aunque durante un breve período.

Gestido —con sabia previsión— mantenía informado a su Vicepresidente de la marcha del gobierno, al punto que le hizo instalar un despacho en la propia Casa de Gobierno, a la que Pacheco concurría casi diariamente. Por ello los asuntos de Estado no lo tomaron por sorpresa cuando aquella madrugada del 6 de diciembre de 1967 llegó la infausta llamada...



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