Correo de los Viernes - El peligroso aislacionismo de Uruguay

El peligroso aislacionismo de Uruguay

Nuestros vecinos y principales socios comerciales —Brasil y Argentina— se reúnen, discuten e intercambian ideas y proyectos sin considerarnos. La actitud irresponsable de los gobiernos del Frente Amplio, que han priorizado la cercanía ideológica por encima de los intereses nacionales y la larga trayectoria diplomática de nuestro país, nos coloca en una situación peligrosa: Uruguay no puede crecer de espaldas al mundo.

El pasado jueves 6 de junio, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, visitó oficialmente a su par de Argentina, Mauricio Macri. Independientemente de los asuntos abordados por los mandatarios, lo anterior confirma la posición adoptada por Bolsonaro tras recibir un trato hostil por parte del gobierno del Frente Amplio: visitar a todos, menos a Uruguay. “Estamos estudiando un viaje corto por América del Sur: Paraguay, la Argentina y Chile”, había manifestado pocos días después de asumir la presidencia.

Desde el día uno, la posición del gobierno uruguayo con respecto a Bolsonaro ha sido inentendible. El Presidente Vázquez, contrario a lo que sucedió con la mayoría de mandatarios de la región, esperó más de 24 horas para felicitar a Bolsonaro. Peor aún, las declaraciones anticipadas, nada menos que de los Ministros de Relaciones Exteriores y Turismo, dejaron a Uruguay en una frágil posición.

El Canciller Nin Novoa aprovechó cada aparición pública para manifestar: “ojalá las encuestas se equivoquen”, en referencia a una posible victoria de Bolsonaro. Por su parte, la encargada de Turismo, Kechichian, se lamentaba tras la primera vuelta electoral del vecino país: “Tremendo Brasil, me duele […] Ahora tres semanas para defender la democracia y la libertad”, haciendo público su apoyo al entonces competidor de Bolsonaro, Fernando Haddad.

El Presidente brasileño puede gustar o no, y es respetable, pero nada justifica la actitud del gobierno con las consecuencias ahora evidentes en el relacionamiento con uno de nuestros vecinos y principales socios comerciales. Los gobiernos uruguayos, y especialmente las administraciones coloradas, siempre han sido un ejemplo de buenas prácticas en la materia. Sin ir más lejos, el primer gobierno democrático, presidido por el Dr. Julio María Sanguinetti, fue el primero en la región en restablecer las relaciones diplomáticas y comerciales con Cuba y China, pese a las profundas diferencias ideológicas. Años después, durante la administración del Dr. Jorge Batlle, el propio Presidente respaldó la democracia en Venezuela, manifestándose en contra del golpe de Estado que brevemente depusiera a Hugo Chávez, nuevamente a pesar de las diferencias.

En definitiva, la actitud del gobierno deja al descubierto la doble vara con la que el Frente Amplio mide sus relaciones. Mientras dinamita cualquier acercamiento comercial y diplomático con Brasil, incluso antes de que Bolsonaro asumiese la Presidencia, reclama la no intromisión en los asuntos internos cuando de defender la dictadura venezolana de Nicolás Maduro se trata.

Desgraciadamente, en los últimos años hemos tenido una política exterior por presuntas amistades: somos amigos de Venezuela, de Bolivia y de la Argentina K, pese a todo el daño que nos causó. Por si fuese poco, la misma actitud han seguido los gobiernos del Frente Amplio en materia de comercio exterior: no negociamos un TLC histórico con EEUU, no nos asociamos con los países del Pacifico y rechazamos la sola posibilidad de discutir la incorporación al TISA.

Estamos quedando fuera de un mundo que se conecta entre sí y del que apenas formamos parte. Esa es la peligrosa realidad del aislacionismo al que el Frente Amplio está sometiendo a Uruguay.