El engendro vuelve al Senado

Por Tomás Laguna

Nos hemos cansado de escribir sobre la inconveniencia de los impuestos a los bienes de producción, de los impuestos ciegos que no se compadecen de rentas, de lo inoportuno de impuestos pre asignados a objetivos específicos (siempre habrá una razón altruista para crear un impuesto nuevo), en fin, de todos los argumentos que hacen inconveniente que los sectores productivos soporten estos tipos de gravamen, como lamentablemente queda demostrado en estos días con la lechería y la crisis en que se ve sumergida. Pero no fue por estas consideraciones que no se aprobó el proyecto en diputados, sino por lo absurdo y rebuscado del texto que lo reinstala, al que no le encuentran acomodo. Solo que ahora el engendro cuenta con nuevos apoyos fuera del conglomerado populista.

Fue la 2da administración batllista del Dr. Julio María Sanguinetti la que en 1996 reformó la tributación del agro derogando los impuestos a la tierra (entre ellos Primaria) basados en argumentos técnicos objetivos, antes que atender la demagogia barata. Por aquellos años se dio a publicidad un trabajo de CINVE encargado por Cooperativas Agrarias Federadas por el cual se concluía que grabar los recursos productivos genera en el largo plazo la depreciación del valor de los mismos ante mejores alternativas de inversión fuera del sector, promoviendo la producción extensiva en desmedro de la productividad. (Paolino y Laens, CINVE 1994 – el Ec. Fernando Lorenzo también participó de este estudio). En sustitución de los impuestos fijos se crearon otros que actuaban sobre la facturación (IMEBA) y la renta (IRA).

Decíamos en uno de los tantos artículos escritos sobre el tema que aquellas razones de orden económico no necesariamente son comprendidas por el grueso de los ciudadanos. Antes bien, estos solo perciben las diferencias de criterios al momento de tributar, diferencias que necesariamente provocan que los propietarios de inmuebles rurales se vuelvan políticamente vulnerables, transformando al agro en objetivo político de quienes medran en el resentimiento. Agregábamos entonces que el Dr. Tabaré Vázquez, que utilizó con el peor desparpajo demagógico el no pago de este impuesto para captar la simpatía de la masa, no tuvo pruritos en alimentar la confrontación entre la ciudad y el campo. En su concepción marxista el poder surge de la lucha de clases y se vale de ello en forma irresponsable, generando división y odio en la sociedad. No tiene reparos en las consecuencias en tanto logre sus objetivos. Un claro ejemplo dónde el fin justifica los medios. En definitiva es un estilo de hacer política, estilo fácil y simple. El mismo que utilizan los Chávez, los Maduro, los Correa, los Morales y más cerca, la familia K y sus odios irracionales hacia el ruralismo. En fin, los estilos de la demagogia latinoamericana.

Nos mantenemos en las mismas consideraciones ya esgrimidas en anteriores artículos, aún cuando la batalla estaba pérdida de antemano, sin necesidad de mas votos que los del oficialismo.

Lo que indigna, lo que revela, es ver como la oposición, los partidos que por esencia defienden la democracia liberal, sucumben al influjo del populismo y la demagogia y se hunden en los barros del peor ejercicio de la política. Aquellos lodos de lo políticamente correcto, heredero de lo más oprobioso de la ideología masificadora y alienante sepultan la racionalidad del estadista que actúa en función de los intereses de la República. El argumento es “votemos ese impuesto o seguimos perdiendo votos…” Ese y no otro es el ejercicio mental de muchos de nuestros representantes. No conocen otra razón ni motivación para actuar.

Capaz que tienen razón y uno es el equivocado, porque nunca nadie ganó o perdió una elección por causa de los votos del agro. Visto desde ese punto de vista la mezquindad política tiene sentido. Eso si, todos sin excepción viven y consumen gracias a las riquezas que el agro genera y multiplica en toda la economía para beneficio de toda nuestra sociedad. Paradojas de la pequeñez política de este Uruguay decadente...

Un PD – Mis respetos al Partido Independiente, que autoproclamándose de izquierda y en una campaña permanente para captar votos del conglomerado populista, no hesitaron en mantener la coherencia en la sensatez y razón de los argumentos, manifestándose en ambas Cámaras en contra del consabido impuesto.




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