Correo de los Viernes - ¿El TPP será otro tren que dejamos pasar?

¿El TPP será otro tren que dejamos pasar?

Por Adolfo Castells Mendívil

El 4 de febrero pasado y luego de 5 años de duras negociaciones, fue firmado en Auckland (Nueva Zelanda) el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP) Este tratado integrado por 12 países: EE.UU., Canadá, Japón, Australia, Nueva Zelanda, México, Chile, Perú, Singapur, Malasia, Vietnam y Brunei, que representan el 40% de la producción mundial, es el tercer mega bloque comercial a nivel universal.

Con él, muy pronto el mundo podría estar dividido en tres mega bloques comerciales: el acuerdo transpacífico, el acuerdo transatlántico entre Estados Unidos y la Unión Europea (la Asociación Transatlántica de Comercio e Inversiones), y el acuerdo transasiático entre China, India y Japón para crear una Asociación Económica Regional Integral en Asia. Y es más que probable que en los próximos años los países que no integren ninguno de los mega bloques, tengan serios problemas en su comercio exterior.

“Los países de América Latina que queden fuera de estos mega bloques comerciales tendrán más dificultades para acceder a los mercados más grandes del mundo. Van a tener desventajas arancelarias y regulatorias”. (Osvaldo Rosales, jefe del departamento de Comercio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) de las Naciones Unidas)

El TPP, entre otras cosas, pretende rebajar las barreras comerciales, establecer un marco común de propiedad intelectual, reforzar los estándares de derecho del trabajo y derecho ambiental, y establecer un mecanismo de arbitraje de diferencias inversor-estado. Las negociaciones del TPP se centran en más de 20 mesas de trabajo: agricultura, aduanas, bienes industriales, reglas de origen, textiles, servicios, servicios financieros, movilidad de personas de negocios, inversión, telecomunicaciones, competencia/empresas comerciales del Estado, comercio y medio ambiente, compras de gobierno, derechos de propiedad intelectual, comercio y trabajo, medidas sanitarias y fitosanitarias, obstáculos técnicos al comercio, remedios comerciales, y temas legales/institucionales.

El año pasado, cuando el Presidente Barack Obama y el Primer Ministro de Japón Shinzo Abe, se reunieron en Washington, pocos gobiernos latinoamericanos le prestaron la atención que merecía el encuentro, que era nada menos que para negociar la creación de un bloque comercial de la Cuenca del Pacífico, para contrabalancear el creciente poder económico de China y que de llegar a un acuerdo se convertiría en el instrumento comercial y de inversiones más importante del mundo.

Argentina estaba encerrada en la política kirchnerista, Brasil en los líos del “mensalaô”, Venezuela en los delirios de Maduro y Uruguay en la bobera de la patria grande y el “más y mejor Mercosur”. Y de ese Mercosur agonizante, sólo Paraguay prestó atención a esa cumbre que desbloqueó las disputas entre los dos países, sobre automotores y cuestiones agrícolas y permitió avanzar hacia la firma del TPP. En efecto, Paraguay fue el primero en pedir el estatus de “observador”.

En nuestro país, el partido de gobierno —el Frente Amplio— está dividido sobre el tema TPP, por un lado están a favor el propio Presidente Tabaré Vázquez, el Canciller Rodolfo Nin Novoa y el Ministro de Economía, Danilo Astori (entre los más importantes) y por otro, el Senador José Mujica y su barra tupamara, los comunistas, socialistas y otros.

Bien ha hecho la Senadora Verónica Alonso del Partido Nacional en convocar al Parlamento al Canciller para conocer detalles de la postura de Uruguay ante la firma del TPP. La senadora afirmó que Uruguay debe moverse en forma clara en la búsqueda de una mayor apertura comercial y que si bien “el gobierno tiene buenas intenciones en ese sentido, no queremos que pase lo que ocurrió con el TISA”. Así pone en un brete a la interna frentista ante la presencia del Canciller.

El factor común de las preocupaciones frenteamplistas y de sus socios del PIT-CNT es el temor a la competencia, temor a tener que superarse, temor al perfeccionamiento, temor a la excelencia. Sin embargo, como bien escribe el Ec. Ignacio Munyo (a quien recomiendo leer), acuerdos como el TPP generarían un nuevo atractivo para que las empresas extranjeras inviertan en Uruguay, teniendo presente que en la última década la inversión en nuestro país fue el motor del crecimiento y fue financiada en gran parte con ingresos de capitales del exterior, que alcanzaron registros nunca vistos.

Y —continúa Munyo— “estas inversiones explican hoy más del 60% del total de las exportaciones del Uruguay de las cuales solo el 25% tienen como destino el Mercosur. El resto de las exportaciones están sujetas a elevadas tarifas. Menores tarifas no solo facilitarían la llegada de inversión extranjera, sino que mejorarían la competitividad de las empresas ya instaladas para disponer de materia prima y maquinarias a menores costos. Mientras que las empresas instaladas en Chile tienen acceso libre de impuestos a países que representan casi el 90% del ingreso mundial, las empresas instaladas en el Mercosur tienen acceso a países que apenas llegan al 10%.”

Es evidente que nosotros no podríamos quedar otra vez afuera del TPP como con el TLC con los Estados Unidos y el tren de Gargano ni como con el TISA y el tren de la interna frentista, ambas ocasiones en que se doblegó la voluntad del Presidente Vázquez. En su última intervención desde la presidencia del Mercosur, demostró la misma voluntad con el TPP ¿Será posible que otra vez se deje torcer el brazo?