El Pepe en su laberinto (verbal)

El canciller Nin Novoa habló y disparó un cañonazo a la línea de flotación de la filosofía mujiquista: “Uruguay no debe caer en la tentación de privilegiar lo político por encima del derecho”.

Y tan fuerte resonó el cañonazo de Nin que, enojado, el ex Presidente y 85ahora Senador Mujica se vio obligado a responder. Y lo hizo a la usanza “del Pepe”: con un galimatías conceptual, trampeando y acusando a los demás de “sacarlo de contexto”.

Concretamente, Mujica respondió lo siguiente:

“Si usted me habla con un criterio cotidiano, común, de estudiante de liceo tiene usted razón, porque establecemos un sistema de derechos para movernos. Ahora, si nos movemos en un plano de apreciación profunda de la historia de la humanidad, usted se va a dar cuenta que cada revolución es fuente de derecho.

Cuando éramos una colonia de España nos movíamos con el Derecho español. Si lo hubieran agarrado a Artigas le hubieran pegado cuatro tiros por traidor, de acuerdo al Derecho español, pero como triunfó una revolución nosotros lo construimos en héroe, y no debe haber acto político más grande que una revolución, lo que quiere decir que en el sentido trascendente, la política genera Derecho. Ello no quiere decir que al derecho lo podamos pisotear.

Y esa afirmación que yo hice en un momento, lo hice en circunstancias muy particulares, donde se habían llevado en nombre del derecho un gobierno por delante, como era el presidente de Paraguay, y donde cuatro senadores tenían trancado el derecho de entrada al Mercosur, durante siete años, a una República para que entrara. Entonces, no se pueden sacar las cosas de contexto y después tomarla como afirmaciones”.

Como recordarán los lectores de CORREO, Mujica pronunció su desafortunada frase (“A veces lo político está por encima de lo jurídico”) cuando retornó de la cumbre del Mercosur que aprobó el ingreso de Venezuela al bloque eludiendo la obligación —emergente del propio Derecho mercosuriano— de que la unanimidad de sus miembros acepten la integración de nuevos socios, excusándose en que Paraguay estaba suspendido (otra medida de juridicidad debatible).

¿Qué tiene que ver un supuesto “derecho revolucionario”? ¿El Mercosur estaba en plena “revolución” contra su propio marco jurídico? Tan ostensible fue la trasgresión que el propio Mujica ensayó una justificación de su conducta con la célebre sentencia, que explícitamente reconoce que se dejó el Derecho de lado. Tanto que ni siquiera el canciller Almagro pudo avalarlo y tuvo que manifestar su discrepancia.

Y si había cuatro, dos o un senador paraguayo “trancando” el ingreso de Venezuela (una trampa retórica, porque en realidad no eran “cuatro” sino la mayoría del Senado), eso no era un tema de incumbencia de los otros Estados miembros, que no podían apartarse de la institucionalidad del bloque.

Es impensable que el canciller Nin Novoa no hubiese consultado al Presidente Vázquez antes de descerrajar su lapidaria sentencia contra Mujica. Así que este episodio debe inscribirse en la pulseada de liderazgos entre Vázquez y Mujica que estalló públicamente incluso antes de que aquél asumiera, alcanzando altos decibeles en las últimas semanas.



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