El Conformista y su tribu

Por Tomás Laguna

Personeros del poder tergiversan y manipulan con descaro aquellos argumentos que denuncian las graves dificultades por la que atraviesan rubros importantes del agro negocio de exportación, pero también para justificar el deterioro social de nuestra campaña.

Los tiempos que corren traen a la memoria aquel prototipo de ciudadano que se denunciaba desde “El Conformista”, notable novela de Alberto Moravia, publicada por primera vez en 1951, dónde el autor describe y analiza la mentalidad del individuo fascista promovida desde el poder mismo y las instituciones que lo sustentan. En el conformismo se expresa el deseo de confundirse en la masa, sumergirse en ella perdiendo la capacidad crítica que no es otra cosa que perder la libertad individual. Así es que sociedades con capacidad de discernimiento y cultura se transforman en masas indeterminadas capaces de reaccionar con obsecuencia ante los dictados que les llega desde el mismo partido de gobierno, poder superior al cual se entregan. Al decir de Vargas Llosa, es el regreso al mundo colectivista, tribal, al irracionalismo del pensamiento “mágico”.

Estos conceptos a modo de prólogo, ofician de larga introducción para referirnos a los alegatos y argumentaciones autocomplacientes que en esta campaña electoral son esbozados por personeros del partido de gobierno para complacencia del conformista uruguayo, sin duda frenteamplista por definición.  Si bien el concepto se aplica en todas las áreas, nos referiremos al tema que nos ocupa, la agropecuaria.

La movilización del campo, los contestatarios reclamos de Un Solo Uruguay, la movilización de la familia tambera, las reivindicaciones de los arroceros, las muy precisas y fundamentadas denuncias desde la tradicional tribuna de la Rural del Prado, se han trasformado en una gran piedra en el zapato para el partido de gobierno.

Así es que incondicionales y sumisos personeros del gobierno han pretendido justificar las graves dificultades que enfrenta la producción agropecuaria y sus consecuencias sociales medidas a través del despoblamiento de la campaña, la pérdida de productores rurales, la creciente concentración  en la propiedad de la tierra y el preocupante dominio de mega empresas en el agro negocio de exportación.

En algunos casos se aprovechan de dichos torpes de algunos asesores no muy duchos en el manejo de datos. En otros recurren a argumentos necios, pero en todos los casos construyen un relato afín al conformista uruguayo,  el hombre masa que se resguarda en el comité de base.

Veamos un par de ejemplos. Un extrovertido asesor en seguridad caído en paracaídas en el partido de Batlle y Rivera, sin haber sido nunca siquiera simpatizante del mismo, además de sus torpes declaraciones referidas al Ministro del Interior y luego la impudicia de provocar el alejamiento de destacados y esforzados asesores del partido en materia de seguridad, se le ocurrió razonar que la reducción histórica del stock ovino de 26 millones a los poco más de 6 en la actualidad se debió al abigeato. Este comentario absurdo y torpe fue aprovechado por los mencionados personeros del gobierno para desacreditar un tema que es muy serio y actual. En realidad son dos sucesos diferentes, siendo que ambos castigan a la producción ovina. La paulatina reducción del stock ovino obedece a la pérdida de rentabilidad del rubro a lo largo de los últimos 20 años, pero también es cierto que hoy es inviable la cría ovina cerca de centros urbanos, y no tan cerca también, por el abigeato incontrolable donde el daño mayor lo sufre el productor mediano y pequeño para quien el perjuicio es siempre de mayor proporción. Ya no por la pérdida de unos corderos, sino por la irreparable pérdida de reproductores de alto valor genético. Pero para el conformista uruguayo, urbano e izquierdista, todo es lo mismo.

En otro orden, el conformista uruguayo a partir de sus artículos sea en La República o en La Diaria, expresa que la pérdida de productores se viene sufriendo desde hace años, incluso cuando la lechería era un promisorio y rentable rubro productivo. En parte es cierto. En ocasión de la asamblea de productores realizada en la Exposición Rural de San José del año 2011, plena cuenca lechera, se aceptaba que la lechería se afianzada en sus logros productivos,  compitiendo en rentabilidad con la misma agricultura. No obstante ya se alertaba por la imposibilidad de competir en el acceso a la tierra con mega compañías forestales  además de prevenir sobre las dificultades para el recambio generacional, la falta de mano de obra familiar y la necesidad de radicar al joven en el medio rural. Estos últimos argumentos han sido aviesamente utilizados para pretender justificar que la perdida de productores lecheros es un fenómeno estructural y no propio de la coyuntura económica actual. El argumento es en sí mismo una necedad, una canallada que abofetea a la gran familia tambera, enfrentada a una de las mayores crisis de viabilidad desde que se ordeñan vacas en este país.

Son solo dos ejemplos, hay otros como mencionar que el crecimiento en tamaño de los establecimientos rurales, y por ende la pérdida de pequeños productores es un fenómeno propio de la economía de mercado con consecuencias sociales en el desplazamiento de la campaña. Esta frase tomada de un artículo del Dr. Rubianes en La Diaria es digna de la poesía más negra y absurda. Para el Dr. Rubianes la culpa es de la economía de mercado y no del desaprensivo manejo irresponsable y populista de la economía del país con las inevitables consecuencias de pérdida de competitividad.

Como sea, el conformista uruguayo alimenta su intelecto sumiso y en su cómoda incapacidad de ejercer el discernimiento aplaude con genuflexión todo lo que le viene digerido para su espíritu tribal gracias a los personeros del poder. El problema es que el conformista uruguayo también vota...



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