El Che “era un aventurero que no sabía lo que hacía”

Mientras los tupamaros organizan acá un acto de homenaje Ernesto Guevara y de recuerdo de su desgraciado asalto a Pando, un ex guerrillero del Che desnuda al falso héroe, quien además de groseros errores estratégicos –era un aventurero que no sabía lo que hacía– peleó en la soledad más absoluta, con el campesinado en contra y sin apoyo de los partidos políticos.

Es difícil comprender lo que celebra esta noche el Movimiento de Participación Popular, el grupo de Mujica, que convoca a un acto de homenaje al Che Guevara y de recordación de la “toma de Pando”, una fracasada y sangrienta maniobra militar que debería guardarse en el cajón de la vergüenza.

La acción en Pando, realizada dos años después de la muerte del Che, fue, como muchas otras operaciones tupamaras, sangrienta y negativamente conmovedora, pero constituyó un rotundo fracaso estratégico. Participaron 50 tupamaros armados y si bien lograron dominar inicialmente la comisaría, el cuartelillo de bomberos y la central telefónica, no pudieron retener esas instalaciones, tal cual era su objetivo. Lograron asaltar cuatro bancos –actividad preferida de los tupas– de los que extrajeron aproximadamente U$S 400.000. La Policía reaccionó y al cercarlos murieron tres de los asaltantes y un funcionario policial. También, y como consecuencia del tiroteo, falleció un civil que no tenía ninguna vinculación con los hechos. Fueron capturados 17 tupamaros, entre ellos Eleuterio Fernández Huidobro. Es decir, en términos militares, la toma de Pando fue un rotundo fracaso y en término de vidas humanas, mucho más. No tuvo nada de heroico y sólo puede recordarse como un momento oscuro de nuestra historia.

Similar resultado tuvo la solitaria, inconclusa e inútil guerrilla del Che Guevara en Bolivia. Según uno de sus guerrilleros Eusebio Tapia, el Che no era un líder amado ni respetado, dado que fue “un aventurero que no sabía lo que hacía”. Tapia explica cómo Guevara se fue quedando solo. Primero intentó llevar la guerra a Argentina y no fue acompañado ni por el peronismo ni por el comunismo, y luego intentó llevar la acción bélica a Perú, donde tampoco fue acompañado por el partido comunista. Su opción por Bolivia, por lo tanto, fue por descarte, no por elección. Allí no fue acompañado ni por el campesinado ni por los partidos políticos, por lo que estaba condenado a la soledad.

Tapia expresó que “Che cometió no menos de 19 errores. De entrada eligió para la lucha una zona que no era buena para una operación guerrillera. Se equivocó también a la hora de buscar combatientes, reclutando elementos novatos en guerra de guerrillas y otros no convencidos. Otro error suyo fue que siendo ya tan pocos combatientes, menos de 46, nos dividió en dos columnas. Fue también una torpeza que él y su columna se internaran en las montañas despobladas de bosques de Río Grande y Valle Grande, donde eran fácilmente detectables, de noche por la luz de las fogatas y de día con simples binoculares. Nuestro armamento era obsoleto, hasta los Máuser eran del tiempo de la Guerra del Chaco. Todos esos errores dan la pauta de que el Che era en realidad un aventurero que no sabía lo que hacía”.

Tapia explicó que no tenían entrenamiento. “Los novatos no teníamos instrucción ni preparación ideológica y militar. ¿Por qué el Che no nos instruyó? No recibimos ninguna instrucción teórica ni práctica guerrillera. No hubo siquiera un simulacro de cómo defendernos de un ataque enemigo, de cómo maniobrar en caso de caer en una emboscada o cómo cubrir una retirada. Lo único que el Che hacía fue hacernos caminar y caminar durante cincuenta días. Estábamos hambreados, desnutridos y algunos con anemia. En esas largas caminatas perdimos dos compañeros que se ahogaron en el río, además de armas y pertrechos. No sacamos ningún provecho de aquellas marchas inútiles. Por todas estas cosas fue que nuestra guerrilla en Bolivia fracasó, y muchos, incluido el Che, lo pagaron con su vida”.

El relato de Tapia –que coincide con varios testimonios históricos– demuestra que la guerrilla desarrollada en Bolivia fue una experiencia voluntarista, inspirada en una alucinación que no tenía ningún calor popular y que llevó a centenares de muertes absolutamente innecesarias. Un rotundo fracaso militar y político, a costa de vidas de inocentes.

Algo muy parecido a lo que ocurrió aquí con la desgraciada Toma de Pando, que no debería recordarse por ningún motivo. Por el contrario, debe condenarse en forma absoluta.



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