Correo de los Viernes - El Batllismo en la oposición

El Batllismo en la oposición

Por Lole Hierro

No en todos los partidos de oposición hay unanimidad sobre el asunto —lo que está muy bien— pero empiezan a darse señales más concretas en ese sentido.

La llamada —y muy interesante— “Agenda Socialdemócrata” impulsada por el Partido Independiente y Espacio Abierto, grupo liderado por Tabaré Viera dentro del batllismo, es una clara expresión, ya que la promueven fuerzas de distintos partidos.

A esto se suma la insistente posición de Jorge Larrañaga, que tanto ha dado que hablar por estos días, con una visión amplia a pesar del buen posicionamiento de su partido político en las sucesivas encuestas.

El avispero se empieza a mover y eso es bueno.

En la edición de Búsqueda del jueves del 11 de agosto, Luis Eduardo González hace un agudo análisis, proyectando lo que puede ocurrir en 2019 y está claro que el escenario más probable es que el partido de gobierno pierda la mayoría parlamentaria y la elección sea muy cerrada, donde la campaña y los aciertos o errores de los candidatos será vital.

A su vez, en la misma edición, se expresa una opinión de Pablo Mieres, quien afirma que hay lugar para un espacio socialdemócrata en base a la lectura de la realidad y basado en una encuesta que preguntaba sobre con qué ideología se identificaban los ciudadanos. Esa opinión, más allá de que puedan existir matices en las categorías o la formulación de las preguntas, muestra efectivamente un espacio interesante de ciudadanos que se identifican con la socialdemocracia y con el batllismo.

Pero volviendo al análisis de Luis Eduardo González, cuando se refiere al Partido Colorado deja entrever la casi hegemonía de Pedro Bordaberry. Además de una realidad electoral, las encuestas siguen mostrando una fotografía parecida. Incorpora a Novick como posible candidato, ya que empieza a marcar en las encuestas.

El de Novick es todo un tema, una gran incertidumbre ya que va y viene y por momentos parece una quinta columna.

¿Y el batllismo? González ni lo nombró. Sin embargo, en la encuesta a la que se refiere Mieres, un 17 % se autodefine decididamente batllista, siendo que quienes optan por la socialdemocracia —que son un 21%— seguramente lo ven con buenos ojos.

Luego de los liderazgos de Julio Sanguinetti y Jorge Batlle, proceso que tuvo altibajos en la propia relación entre ellos y era un permanente espacio de pensamiento y acción y un gran motor electoral, el batllismo vive una crisis razonable de conducción. Se está reorganizando y seguramente tomará fortaleza. Pero se debe ser realista: esto no será de la noche a la mañana y el actual rol, el principal desde el lugar que hoy ocupamos, es ser un promotor y articulador de acuerdos del espacio opositor.

La política, entendida como el arte de lo posible, nos ubica en ese lugar.

El batllismo siempre fue una fuerza que, desde su médula, construye. Y creo que hay que intentar hacer lo que hizo don Pepe Batlle, y adelantarse a un futuro vertiginoso y desafiante. Y para eso, acordar y estar en la conversación es vital.

Debemos defender la República, que es el legado de la "Defensa de Montevideo" como principio político superior, y pensar la próxima reforma educativa para el mundo del futuro —la última fue la encabezada por Rama bajo el segundo gobierno de Sanguinetti— y así preparar alternativas y formar ciudadanos para una sociedad donde la fuerza del trabajo, por la inminente llegada de la era robótica, sufrirá un quiebre inimaginable.

Y como reformistas que somos, el Estado debe ser una herramienta adaptada a ese futuro, para bien del país, sin temores a lo que puede venir y con la seguridad de lo que son nuestros valores y principios batllistas de siempre. Un Estado que no ahogue a nadie sino que libere, porque ese es el rol que le adjudicamos los batllistas.

Debemos poner las fuerzas en eso. Ser una usina de ideas y articulación política para construir el Uruguay del porvenir. Pero solitos no lo vamos a hacer, aunque el programa del Partido Colorado sea el más socialdemócrata de la última elección y la mayoría del electorado se autodefina batllista o socialdemócrata. Hoy así no nos reconocen.

Es claro, entonces, que el quiebre de la correlación de las fuerzas internas es importante. Pero más importante aún es mostrarnos dispuestos a trabajar para alcanzar un acuerdo nacional republicano y progresista de verdad. Ahí quizá empiecen a hablar de nosotros.