Educación: igualar para abajo

Por Jorge Ciasullo

En el mencionado artículo, se incluyen diversas consideraciones sobre la situación de la educación en el Uruguay, realizadas por el presidente del Codicen Wilson Netto, las que leídas por alguien que no viviera en el Uruguay, ni conociera los recursos destinados a la educación, ni los antecedentes, en este caso, de quien las realiza y particularmente a los años en los que se desempeña en áreas de dirección de la educación, las calificaría de apropiadas y consideraría que fueron realizadas por un asesor externo que denuncia carencias de todo tipo. Pero no es así, si se considera que, en cuanto a los recursos se pasaron de U$S 440 millones (2006) a U$S 1.300 millones (2014) y que en cuanto a experiencia: el señor Wilson Netto entre los años 2005 y 2012 fue Director General del Consejo de Educación Técnico Profesional ( CETP). Desde el año 2012 es Presidente del Codicen.

Sin embargo, los resultados son decepcionantes: “Entre 2006 y 2014 se pasó de 2.781 establecimientos públicos a 2.800” (Búsqueda 24/08/2016). Cuando es conocido que en los centros educativos existentes hay carencias de todo tipo y hasta infraestructuras peligrosas.

Ha habido advertencias desde todos los ámbitos, más allá de los desastrosos resultados de las pruebas de conocimientos en general, tanto nacionales como internacionales, en el sentido que nuestra educación, principalmente en el área pública, estaba y está, barranca abajo y que esa situación no hace más que agrandar la brecha entre los sectores más pobres de la población, afectando, particularmente, su futura inserción en el mercado laboral.

Para quienes vivimos en Uruguay, nos parece que algunas de las afirmaciones de Netto están absolutamente fuera de la realidad en algunos aspectos y en otros inadmisibles. Veamos lo sustancial de las mismas:

Unas 70.000 personas que asisten a algún tipo de centro educativo no formal, alrededor de 11000 de ellas son adolescentes- El MEC tampoco tiene claro cuántos de estos jóvenes también asisten a contra cursos. Nos preguntamos: ¿es tan difícil hacer un relevamiento de cuantos son y sobretodo porqué acuden a centros no formales?

Se propone entonces la solución: coordinar y acreditar tanto a las instituciones como a los educadores que trabajan en ellas, como “formadores de educación”. El resultado final según la propuesta o la idea, es “homologar por formación y no por contenido”. En una palabra, quienes concurran a centros no formales tendrán un documento, diploma o certificado, que teóricamente, los ubica en igualdad de competencia para ingresar al mercado laboral. El tema es que ese certificado o como se llame sea creíble.

Se nombran algunos centros no formales, entre ellos la Asociación Cristiana de Jóvenes. Lo que se omite es que el Instituto Universitario de la ACJ hoy con 800 alumnos y 200 profesores, tiene 15 años de trayectoria y ha pasado por estrictos controles, largas tramitaciones y evaluaciones, hasta lograr, recién a partir del año 2012, el reconocimiento por parte del MEC, de la carrera de grado, que es Licenciatura en Educación Física.

Si como se afirma, hay por lo menos 400 centros no formales registrados, no parece muy cercano en el horizonte, que ni siquiera un pequeño porcentaje de ellos- si se evalúan seriamente- pueda obtener rápidamente, como aparentemente se pretende, las certificaciones correspondientes.

Finalmente, razona el señor Wilson Netto: “En Finlandia que tanto nombramos a los 16 terminan todos la educación media, pero la mitad tuvo algún tipo de acompañamiento”

Lo importante es el resultado final, en el Uruguay, solamente el 19,3% alcanza la enseñanza terciaria de ellos 7,9 % incompleta y 11,4% completa. Parece entonces, que una de las soluciones está en el acompañamiento del estudiante, en todos los años de su formación incluyendo el estudio de las causas de su deserción. Está también, en la formación de los docentes y en incentivos. Está hasta en la distribución de las horas docentes que evite el que deban correr de un centro a otro.

Pero está, fundamentalmente, en quienes dirigen la educación , que tengan si capacidad para detectar los problemas, pero sobretodo para plantear y aplicar soluciones, que no parece ser, como se plantea, igualar de tal modo, que aquellos centros no formales que funcionan bien se adapten a los que no funcionan bien (los formales), es decir: igualar para abajo.

Quienes intentaron cambiar el ADN de la educación fueron “renunciados”, a la vista de los resultados: ¿no será hora de cambiar a quienes dirigen la educación?

Los gobiernos, que se llaman progresistas como el nuestro, más que progresistas deberían ser eficaces administradores para aquellas tareas que deben realizar. El estado de la educación en Uruguay se califica solo.



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