Apenas aflojaron los rigores de la epidemia, las huestes frenteamplistas empezaron a repetir infamias contra la candidata a intendente de la coalición multicolor, a quien, como no hay ninguna acusación posible, le inventaron un amante vinculado a una organización de delitos sexuales. La bajeza ocupa el lugar que debería estar destinado a las ideas sobre Montevideo.

El episodio podría ser menor, pero no lo es, porque demuestra cómo algunas personas abusan de las redes, cometiendo difamaciones de grueso calibre. Raffo hizo la denuncia en la Justicia y es de esperar que los responsables sean ubicados y castigados como corresponde.

Otro puñado de internautas se molestó porque Raffo habría utilizado ese hecho para ponerse como víctima -así lo hizo nada menos que Carolina Cosse- y se censuraba más ese ataque que el asunto original, la investigación policial contra una trama de servicios sexuales.

Ni Cosse ni los otros candidatos frenteamplistas a la Intendencia se hicieron solidarios con su contrincante ni repudiaron la difamación contra ella en las redes. Más pequeñez, difícil.