"Uno de los grandes logros de las Naciones Unidas es la creación de una normativa integral sobre los derechos humanos: un código protegido a nivel universal e internacional al que todas las naciones pueden adherirse y al que toda persona aspira. Las Naciones Unidas han definido un amplio abanico de derechos aceptados internacionalmente, entre los que se encuentran derechos de carácter civil, cultural, económico, político y social. También han establecido mecanismos para promover y proteger estos derechos y para ayudar a los Estados a ejercer sus responsabilidades. Los cimientos de este cuerpo normativo se encuentran en la Carta de las Naciones Unidas y en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, aprobadas por la Asamblea General en 1945 y 1948, respectivamente. Desde entonces, las Naciones Unidas han ido ampliando el derecho de los derechos humanos para incluir normas específicas relacionadas con las mujeres, los niños, las personas con discapacidad, las minorías y otros grupos vulnerables, que ahora poseen derechos que los protegen frente a la discriminación que durante mucho tiempo ha sido común dentro de numerosas sociedades". ( https://www.un.org/es/global-issues/human-rights )

Visto desde esta perspectiva, es tan amplio el abanico de cuestiones de la misma importancia que deben tenerse en cuenta a la hora de defender el pleno ejercicio de estos Derechos, como amplias deberían ser las acciones que desde todos los ámbitos tendrían que emprenderse para subsanar y condenar toda forma de violación de ellos.

Desde la reinstalación de la Democracia, nuestro país y nuestras instituciones públicas y privadas, han tenido la sensibilidad y voluntad para crear mecanismos, herramientas e instancias que buscan cumplir con esas tareas.

Por otra parte, la cuestión de los Derechos Humanos y las posibles formas de violación está con frecuencia presente a nivel de discurso en diversos ámbitos de la sociedad y también a nivel de la ciudadanía en general.

Pese a ello, no siempre los objetivos por los cuales se crearon las diversas instancias desarrollan con la misma importancia e intensidad las tareas que les competen, a la hora de denunciar o buscar soluciones efectivas, inmediatas o a medianos plazos.

Llama la atención la baja capacidad de respuesta que con frecuencia se evidencia ante situaciones cotidianas de parte de quienes tienen responsabilidad institucional, o de personas que desde el lugar o profesión que ocupan no reaccionan, u optan por el silencio.

Parece ser un tema que, si bien tiene difusión general, algunas de las problemáticas que lo afectan, no se priorizan o no son motivo de acciones inmediatas.

A veces es como si alguna de esas problemáticas estuviera "naturalizada", fuera considerada de una categoría inferior en la escala con que algunos priorizan la temática o sencillamente no "ha hecho carne" como problema y sólo se maneja en los discursos.

Dos hechos conocidos en las semanas anteriores dan cuenta del porqué de estas reflexiones.

Por un lado, la ofensiva campaña publicitaria para el colectivo afroamericano, que lanzó la Junta Nacional de Drogas.

Las imágenes muestran a dos figuras de piel oscura consumiendo droga y alcohol, que convidan a otra figura de piel clara, la cual con cartelito y todo, dice: "hoy no quiero".

Si es ofensiva y discriminatoria para los involucrados, cuanto más debería serlo para el resto de la ciudadanía. ¿Cómo es posible que publicistas, se supone con formación, generen hoy día materiales que atenten de forma tan gruesa contra la dignidad humana?

¿Cómo es posible que personas con estas cabezas produzcan trabajos para un Organismo del Estado? ¿Cómo es posible que se difunda sin más y que en el camino entre la producción y la comunicación haya pasado por manos y cabezas que lo dieran por bueno?

Por supuesto que desde las redes sociales y desde la voz de algunos afrodescendientes se expresó el disgusto y la gravedad de que esto ocurra desde una instancia del Estado.

Lamentable además la actitud posterior de la Junta, que creyó dar por laudado el episodio pidiendo disculpas en general y suspendiendo la difusión de la campaña.

De investigaciones aún no se ha hablado y tampoco de asignación de responsabilidades con las debidas sanciones que a las faltas cometida les correspondan.

Es lo menos que muchos ciudadanos aún esperamos.

Por otro lado, algo que ha tenido poca difusión y mucho menos mensajes o acciones de condena por parte de algunas autoridades y organizaciones civiles competentes, ha sido la denuncia de un grupo de jugadoras de hockey sobre césped, con respecto a situaciones de acoso y abuso sexual y psicológico que han sufrido por parte de un entrenador.

En la denuncia se dice que el hecho es moneda corriente en el ámbito del hockey y que se "normalizan" situaciones de violencia y abuso de poder, que se dejan pasar sin ponerles el freno que corresponde. La cuestión se agrava al tener en cuenta que muchas de las chicas que practican este deporte son niñas y adolescentes.

Es de destacar la actitud de la presidenta de la Federación Uruguaya de Hockey sobre Césped, quien, al tomar conocimiento de la denuncia de las jugadoras presentó denuncia ante la Fiscalía de Delitos Sexuales de 6º Turno, sobre presuntos casos de abuso, acoso sexual y violencia, contra ese entrenador de la Selección Uruguaya.

En paralelo la Federación puso en funcionamiento la "vía administrativa" a través del Tribunal de Penas, quien tendrá que dar vista a dicho entrenador del contenido de las acusaciones, además de suspenderlo provisoriamente del cargo.

Se destaca también la nota enviada a la Federación por la Secretaría Nacional del Deporte, solicitando toda la información sobre lo ocurrido.

Para llover sobre mojado, una vez más, continúa el silencio desde los ámbitos oficiales y las organizaciones sociales que tienen competencia en cuestiones de género y en violencia sexual y psicológica.

Sin olvidar que también los ámbitos educativos tendrían que tomar cartas en forma urgente en un tema de tanta gravedad, en el que se ignoran los derechos de niñas, niños y adolescentes, al ser víctimas de abusos por parte de profesores, maestros, funcionarios, educadores, entrenadores de diversas disciplinas, etc., etc.

Para finalizar queremos citar a nuestra querida Adela Reta, defensora en primerísima línea de los Derechos Humanos.

En ocasión de la publicación que realizó el diario El Día sobre las obras de Don José Batlle y Ordoñez, Adela escribió el capítulo "Batlle y la mujer".

En el mismo, la idea principal es el reconocimiento del ser humano como persona que conlleva intrínsecamente la afirmación de su libertad y de su dignidad esencial.

Citando la obra de E. Ahrens, "Curso de Derecho Natural", transcribe: "El hombre es, por su personalidad, fin en sí mismo y no puede ser tratado como cosa, como medio".

"La dignidad es la esencia ideal, el valor absoluto de la personalidad humana".

Y cita un discurso de Batlle que reafirma estos conceptos: "Todos los que están agobiados por la injusticia son nuestros protegidos. Todos los que no están cegados por el prejuicio nos esperan".

Dice Adela: "La obra de liberación y dignificación de la mujer que realiza Batlle no es sino la consecuencia necesaria de su concepto de la criatura humana como ente racional. ... Y precisamente la justicia, esencia ideal del orden, exige una exacta valoración del individuo a fin de adecuar su esfuerzo al afán colectivo. ... Batlle defiende la posición de la mujer, no por sentimentalismo compasivo, como se ha querido por algunos, sino porque su defensa es lógico corolario de su sistema filosófico. ... Ninguna criatura humana puede, por consiguiente, permanecer ajena al progreso colectivo. Toda criatura humana tiene derecho a su destino personal."

Con la frase final queda muy claro el sentir y el obrar de Don Pepe, quien no sólo luchó por las mujeres, sino que en sus luchas siempre fueron privilegiadas las personas más desprotegidas fueran quienes fueran: niños, familias, extranjeros, trabajadores...

Estas citas son sólo una muy pequeña muestra del sustento ideológico de una tradición que fue pionera y por ello nos enorgullece, en materia de Derecho Humanos.

Repasándolas hay que destacar lo lejos que aún se está, de volver a poner en el centro de nuestros sistemas a la persona humana y su dignidad intrínseca.

Al principio hablamos de la abundancia en el país de instituciones y discursos sobre Derechos Humanos.

Vista la cuestión desde el importante número de situaciones concretas que los vulneran, permanece la interrogante: ¿por qué no hay más acciones contundentes y efectivas de quienes tienen competencia al respecto?