Competitividad por arte de magia

La superstición oficial sigue viento en popa. Parece que la mera presentación de planes de pomposo título y lenguaje “difícil” produciría que las inversiones llovieran sobre el país.

En el teatro griego y en el romano no era infrecuente que se utilizara un recurso dramático para forzar el desenlace de una situación de la forma en que el autor pretendía: introducir arbitrariamente en el texto la intervención de alguna divinidad. Para ello, el actor que interpretaba a la deidad era colgado de una grúa para mostrar al público cómo desde el Cielo realizaba su intervención, ya fuere salvando al héroe de turno o castigando al villano. A ese recurso se le denominó “Deus ex machina” (en latín, “Dios desde la máquina”, por la grúa) y se ha extendido hasta nuestros días, cuando en cualquier obra (novela, guión, etc.) se introducen elementos ajenos a la relación de causalidad entre los hechos de la trama a efectos de forzar un desenlace. Es un recurso dramático muy peligroso porque rompe la coherencia interna de la obra y suele dañar severamente la calidad artística de la misma.

El gobierno uruguayo creó su propio “Deus ex machina” en diciembre pasado: el “Sistema Nacional de Transformación Productiva y Competitividad”, que fuera presentado pomposamente por el Director de OPP, Álvaro García. Ese “Deus ex machina” a dado a luz otro “Deus ex machina”, presentado —no menos pomposamente— el pasado jueves 9 por el mismísimo Presidente de la República en el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo: “Transforma Uruguay”.

¿Y qué es “Transforma Uruguay”? Nada menos que el “Primer Plan nacional de Transformación Nacional Productiva y Competitividad”. El mismo, igual que el “Sistema” que lo parió, involucra una plétora de oficinas públicas y se traducirá en varios proyectos de ley y reglamentaciones.

Según explica la web de “Transforma Uruguay”, el plan “está estructurado por proyectos en cuatro áreas de interés: Innovación, Desarrollo de Capacidades (Humanas y Empresariales), Clima de Negocios e Internacionalización. En cada proyecto se incluye una breve descripción de su contenido, los principales hitos y las instituciones responsables y participantes del Sistema. Asimismo, se identifica el estado del proyecto, según se encuentre en estudio, en planificación o en ejecución”.

De todos modos —se aclara— “no todo proyecto relevante para la transformación productiva y la competitividad debe ser necesariamente parte del Plan. Éste hace foco en proyectos que requieren de la articulación/coordinación de varias instituciones y que tienen un impacto potencial sustantivo en el área respectiva. Es decir, aquellos casos en los que el enfoque de sistema vuelve factibles las actividades, facilita sustantivamente su concreción o les aporta una visión integral que potencia sus resultados”.

¿Se mareó con todo ese palabrerío? No se preocupe, nosotros también.

Y ahora volvemos a por qué es un “Deus ex machina”. Porque el mismo se sustenta en la (falsa) idea de que, a fuerza de articulaciones burocráticas, títulos pomposos y nuevas regulaciones se puede torcer el curso de los acontecimientos que el propio gobierno ha determinado a través de sus políticas, pero sin cambiar las políticas. Es introducir en la “trama” un elemento artificial que, mágicamente, cambie el curso de los acontecimientos. Pero con un agravante: en una obra de teatro, un guión de cine o una novela, el autor efectivamente puede torcer el curso de los acontecimientos, por más que apele a recursos dramáticamente penosos. En el país, sin un cambio en políticas de fondo, que rompan la lógica perversa a la que está sometido el país, de lo cual la prueba del 9 es la serie de privilegios (un “enclave”) que se le tiene que asegurar a UPM para que eventualmente concrete su inversión, no habrá “Deus ex machina” que cambie nada ni fuerce desenlaces. A lo sumo generará más enclaves a través de regímenes promocionales, o sea, privilegios distribuidos por comités de sabios.

Redúzcase la carga tributaria a todos los emprendimientos, desmóntense los monopolios, refórmese la educación, garantícese la propiedad, defiéndase al Estado de Derecho, y verán que la transformación productiva se empezará a dar por sí misma y el país, por fin, será competitivo. O sea, hacer converger el “Uruguay normal” con el “Uruguay de enclaves”.

El resto es puro cuento. Creencia en el poder mágico de los comités de burócratas y de la hiperactividad normativa. En suma, superchería.



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