China promueve a los sectores tecnológicos estratégicos para competir con E.E.U.U.

La decisión del gobierno chino de crear áreas especiales para el desarrollo tecnológico en Shanghái y otras seis provincias, que se sumarán a los 18 emporios ya existentes, va a asegurar al gigante asiático un lugar privilegiado en los sectores innovadores estratégicos, como la inteligencia artificial, la computación cuántica, los semiconductores, la robótica, los vehículos eléctricos, la bioingeniería y la industria aeroespacial.

El área, con una superficie de 119,5 kilómetros cuadrados, reducirá en 10 puntos –del 25% al 15%–, durante cinco años, los impuestos corporativos a las compañías que se instalen, según un reciente informe internacional. Estas y otras facilidades podrían hacer de Lin-gang un rival económico de Pudong, el distrito financiero de Shanghái.

El momento elegido por China para el anuncio no es casual. EEUU ha restringido las exportaciones de materiales y componentes avanzados a 140 compañías chinas que figuran en una lista negra de “entidades peligrosas” para la seguridad nacional. Una comisión del Congreso ha estimado en 540.000 millones de dólares las pérdidas anuales de EEUU por robo de propiedad intelectual, más que todo el déficit comercial con China.

El régimen chino está convencido de que las barreras y represalias comerciales de la superpotencia a sus exportaciones obedecen a un plan para frenar su ascenso económico y potencial de desarrollo. Para el PCCh, la tecnología es poder, en su sentido más concreto: “el cambio histórico en forma material”, como la definió Mao Zedong, que atribuyó el “siglo de humillación” de China a su retraso económico y tecnológico. De hecho, una de las llamadas “cuatro modernizaciones” emprendidas por el régimen maoísta en 1975 incluía en primer lugar la ciencia y la tecnología. Desde 1978, Deng Xiaoping añadió a esa estrategia de superación la apertura económica y las políticas industriales.

Los resultados no se hicieron esperar. Entre 1990 y 2010, el número de estudiantes universitarios en China se multiplicó por ocho y el de graduados pasó de 300.000 a casi tres millones anuales. En ese lapso, la proporción de alumnos chinos en institutos de educación superior pasó del 6% al 17% del total mundial.

En 2017, universidades chinas graduaron a ocho millones de estudiantes, frente a los tres millones de EEUU. Según el ranking de Times Higher Education, seis universidades chinas figuran hoy entre las 100 mejores del mundo. En 2015, el gasto global en I+D alcanzó los dos billones de dólares. EEUU representó casi el 25% de esa cifra, frente al 37% de 2000; el de China alcanzó el 21%, unos 408.000 millones de dólares, frente a los 33.000 millones de 2000. Hoy siete países gastan más en I+D (pública y privada) en relación al PIB que EEUU.

Los frutos de esa inversión están a la vista. En 1985, un ingeniero de la Academia China de Ciencias, Liu Chuanzhi, fundó una compañía de informática que se convertiría con el tiempo en Lenovo. En 1987, un exoficial del cuerpo de ingenieros del ejército, Ren Zhengfei, fundó Huawei, hoy líder mundial en telecomunicaciones y redes 5G, que invierte más en I+D que Nokia y Ericsson juntas. Qualcomm, que obtiene el 65% de sus beneficios en el mercado chino, ha anunciado que sus ingresos de 2019 serán los más bajos en siete años por la menor demanda china de sus semiconductores, que el país asiático sustituye por los de fabricación propia. También en sectores como los de trenes de alta velocidad, energías renovables, líneas de transmisión de alto voltaje, vehículos eléctricos y medios de pago digitales, China aventaja, de forma considerable, a EEUU.

Un campo crucial en la carrera tecnológica es la computación cuántica, que va a revolucionar el procesamiento de información por su capacidad para hacer cálculos instantáneos que a computadoras convencionales les requeriría siglos.

Entre sus potenciales aplicaciones están además la creación de redes de comunicación virtualmente invulnerables o la fabricación de sensores que pueden “ver” a través de obstáculos materiales. Según la consultora Patinformatics, en 2018 China registró casi el doble de patentes que EEUU en el sector de computación cuántica.

Todas esas tecnologías tienen aplicaciones militares directas, sobre todo para detectar y rastrear fuerzas enemigas. Jian-Wei Pan, padre de la ciencia cuántica china, ha recibido 400 millones de dólares para el desarrollo de un centro de investigación que tendrá como prioridad la construcción de redes de fibra óptica invulnerables a ciberataques.



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