COP 25 y la necesidad de construir Valor Agregado Ambiental

Por Tomás Laguna

Durante esta semana y la próxima se está llevando a cabo la 25º Conferencia de las Partes sobre Cambio Climático, ámbito convocado por Naciones Unidas, con la participación de 50 jefes de Estado y representantes de 196 países. Desafíos y oportunidades para nuestra producción de alimentos para el mundo.

La Conferencia de las Partes (COP) opera en el marco de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (Nueva York, mayo de 1992) la cual entró en vigor en marzo de 1994. Desde entonces está instalado a nivel planetario la consideración y mitigación del efecto llamado cambio climático como consecuencia de la emisión de gases efecto invernadero (GEI). Un primer acuerdo se alcanzó en Kioto, Japón, en 1997, el cual alcanzaba a los países industrializados, los mayores responsables en la emisión de los GEI.

Recién en el 2015 se logró un nuevo acuerdo, esta vez de carácter universal, el cual alcanza a todos los países y no solo a los industrializados. Por el mismo se estableció como objetivo la reducción de los GEI de modo de limitar el calentamiento global a menos de 2º centígrados con proyección al 2100. La esencia del Acuerdo de Paris (COP21) significó el compromiso de cada país por alcanzar determinadas contribuciones (NDC por sus siglas en inglés) para la reducción de las emisiones a nivel país y adaptación a los efectos del cambio climático. Quedó establecido que las partes adoptarán las medidas de mitigación necesarias para alcanzar los objetivos a los que se compromete en el acuerdo. Entre ellas nuestro país, firmante del mismo.

La COP25 se está llevando a cabo en Madrid luego de sus dos frustradas sedes latinoamericanas establecidas con anterioridad (el país designado para albergar la Cumbre del Clima de este año era Brasil, pero el país sudamericano retiró su oferta tras la llegada al poder de Jair Bolsonaro. Luego se acordó que el evento se iba a celebrar en Chile, pero las protestas en el país andino provocaron una nueva suspensión, triste rol de nuestro continente en ambos casos...). Bajo la consigna #Es hora de actuar, la mayor trascendencia surge del hecho de que a fines de este año vence el Protocolo de Kyoto y entra en vigencia el acuerdo París y con él la exigencia del cumplimiento de las NDC a las que se comprometió cada estado miembro 4 años atrás.

Nuestro país participa con una numerosa delegación presidida por la ministra del MVTOMA y varios funcionarios de esa Secretaría de Estado (Director y técnicos de la Dirección de Cambio Climático), el Ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca acompañado de varios funcionarios de la Oficina de Programación y Políticas Agropecuarias, más funcionarios de Cancillería, entre ellos de nuestra embajada en España. La instancia es relevante para nuestros intereses. En nuestro país la actividad agrícola y demás usos de la tierra (AFOLU, siglas en inglés) es responsable del 75% de las emisiones mientras que los sectores consumidores de energía (transporte y otros) son responsables del 20% de las emisiones GEI. A nivel mundial esta relación se invierte.

Lo que parece una amenaza es una gran oportunidad. Por lo pronto debemos preservar nuestro derecho a mantener la productividad, pero con el compromiso de reducir las emisiones sin afectar aquella. Está comprobado que el mayor captor de C de la atmósfera, con capacidad para retenerlo, es el propio suelo. Esto es posible a partir de las mismas prácticas agrícolas. Que sea medible es parte de las investigaciones que está llevando a cabo el INIA. También es una oportunidad la revalorización de las pasturas naturales. Hoy existe toda una línea de investigación y argumentación científica revalorizando la biodiversidad de las pasturas en contraposición con la misma forestación. Salvo que, como dicen quienes investigan, es más emotivo defender la selva virgen que las pasturas naturales dónde se cría el ganado.

Como sea, hay suficiente evidencia empírica para defender nuestros sistemas de manejo y uso de los recursos naturales para la producción agrícola-ganadera. Debemos crear nuestra propia “Huella ambiental integrada” (C + agua + sostenibilidad) como elemento distintivo al momento de vender nuestra producción. Nos va la vida en ello, más allá de las exigencias crecientes que surgen de estos mismos acuerdos internacionales, debemos enfrentar el proteccionismo oscuro, en particular el europeo, dónde barreras no arancelarias, antojadizas, son exigidas por los mismos productores rurales del Viejo Continente. Las dificultades para competir en la producción de alimentos las esconden tras exigencias que muchas veces ni ellos mismos cumplen.

El desafío para los próximos años está en trabajar en la creación del Valor Agregado Ambiental para todos nuestros productos de exportación. Otro de los temas que necesariamente deberá ser liderado por quién esté al frente del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca.



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