Bolsonaro: el TLC entre Uruguay y China son un problema para el Mercosur y la falta de apoyo a la flexibilización, podrían disminuir el interés chino

Por Alvaro Valverde Urrutia

El TLC entre Uruguay y China no está avanzando en la medida de lo esperado. Se han enlentecido los estudios de factibilidad y pareciera que China hubiera disminuido el interés en el mismo. También generan incertidumbre las palabras que expresó el presidente de Brasil, Bolsonaro, relativas a que las negociaciones de un TLC entre Uruguay y China son un problema para el Mercosur.

La expresión del mandatario brasileño ha cambiado la postura que tenía favoreciendo la apertura comercial del gobierno del presidente Lacalle Pou, entendiendo que ahora dicho TLC se ha transformado en un inconveniente entre los socios.

No es el mismo apoyo que el gobierno de Bolsonaro otorgaba a la apertura comercial que persigue el gobierno uruguayo para negociar acuerdos por fuera del Mercosur, como el caso del TLC con China, que pareciera desvanecerse y lo percibe como una complicación. Bolsonaro sostiene que el Mercosur está inestable con sus ventajas y desventajas; así como Uruguay compra todo lo que viene directo de China, más allá de las medidas adoptadas por los socios para proteger sus economías nacionales y que bloquean de cierta manera las importaciones de terceros países.

Independientemente que el Mercosur se encuentra paralizado, el gobierno uruguayo optó por una propuesta que le planteó una situación complicada y difícil de resolver, se siguen sin vislumbrar opciones negociadoras intermedias o que se pudiera llegar a un consenso entre los socios. El Ejecutivo se debió acercar a la postura tradicional de Itamaraty sobre el Mercosur y no jugar todas las cartas a la postura más liberal de economía, del ministro Guedes.

La posición de Guedes apoyada por Bolsonaro llegó a un punto que resultó intransigente y no era la misma de Itamaraty, que maneja otros matices, ya que considera al Mercosur como una apuesta estratégica.

El asunto principal es que Itamaraty es tradicionalmente favorable al Mercosur, como fuimos advirtiendo en varios artículos. Uruguay no se podía confiar en el apoyo implícito de Bolsonaro y Guedes, pero no explícito, para impulsar negociaciones con terceros países por fuera del Mercosur. Mientras Argentina, que estaba aislada, comenzaba a hacer los contactos para acercarse a Brasil mediante la recuperación del vínculo con Itamaraty, Uruguay comenzó poco a poco a quedar aislado o separado de sus socios.

La postura de Itamaraty es la de no apoyar la flexibilización, ya que estiman que la misma podría generar desequilibrios en el Mercosur. Entienden que se puede dar el caso de que un país miembro podría importar sin aranceles y comerciar bienes a los otros socios como si fueran propios, esa podría ser la situación de Uruguay, en caso de que pudiera suscribir acuerdos con terceros países de manera unilateral, caso TLC con China.

En suma, Itamaraty tiene una visión estratégica del Mercosur, que no condice con la de Guedes, aunque parecía que el gobierno uruguayo no advertía que el ministro de economía brasileño hacía más hincapié en la reducción del AEC, que en la flexibilización comercial, es decir su interés primordial era la rebaja arancelaria y no tanto suscribir acuerdos comerciales con terceros países bilateralmente, que si era el interés del gobierno uruguayo.

Uruguay no tomó debida cuenta en su estrategia que no era lo más conveniente apoyarse demasiado en Economía y quedar no tan cercano a Itamaraty, sobre todo con el cambio de canciller, porque no era lo mismo el apoyo del ex ministro Araujo que el nuevo jefe de la diplomacia, Franca, para los propósitos de flexibilización de Uruguay.

En Brasil entre Economía e Itamaraty cada una de las partes hace prevalecer su interés y genera tensión. El canciller Franca maneja una postura más ortodoxa, conforme el entorno de Itamaraty; mientras Guedes sigue una línea más liberal.

Eso genera que se manifiesten señales intermitentes de parte del gobierno de Bolsonaro y depende de quién las emita, pero cuando habla Itamaraty parecería que Brasil ha retrocedido en sus posiciones. En ese contexto, Bolsonaro se ha acercado más a la postura de Itamaraty de conciliar con Argentina y considera que el TLC entre Uruguay y China son un problema para el Mercosur.

También, se debe tener presente que la relación de Bolsonaro con China no ha sido la mejor, se ha visto deteriorada, a pesar de que el país asiático es su principal socio comercial Brasil y el principal destino de la inversión de China en la región.

Este año habrá elecciones presidenciales en Brasil, si bien Lula aún no ha decidido su candidatura, en caso de presentarse y salir presidente, recompondría la relación con China.

Por último, y no es un tema menor, este "affaire" de Uruguay en el Mercosur y la postura de Bolsonaro de dejar solo a su socio y aliado, el gobierno de Lacalle Pou.

Desde Correo fuimos los únicos en propiciar y fundamentar que se debió solicitar un "waiver" a la Decisión 32/00, para ir también por la vía jurídica y solicitar una excepción temporal y no optar exclusivamente por el objetivo político que era una alternativa que colocaba a Uruguay entre la espada y la pared, ya que el apoyo de Brasil se podía presumir que no era ni tan firme, ni homogénea.

Ese apoyo era implícito porque en la interna del gobierno brasileño existían diferencias entre Economía e Itamaraty, sumado a la presión de la Confederación Nacional de Industrias. En suma, no era visible el tan mentado apoyo, como luego se confirmó en la reunión en Brasilia donde Bolsonaro le soltó la mano a Uruguay en su propuesta de flexibilización.

Resulta obvio que Uruguay por el motivo que sea no pretendió presentar la figura del "waiver", si bien, no se expuso a que se lo negaran, pero el esfuerzo realizado con su propuesta no tuvo el apoyo esperado y el resultado de la pretendida flexibilización quedó con las manos vacías. En consecuencia, lo que intentó evitar con desconocer la Dec 32, igual no tuvo ningún resultado favorable.

Después "sacudió" el Mercosur con el anuncio de la negociación unilateral con o sin los socios, sin obtener respuesta favorable de los mismos y, defendiendo una posición de no negociar, esto es, de extrema.

Ahora habría que barajar y dar de nuevo si el efecto de las palabras de Bolsonaro influye en un compás de espera en el TLC con China o si surgiera un menor interés del país asiático.