Cada semana se conocen más novedades sobre el "affaire Antel Arena" y, al decir del viejo refrán español, como las hijas de Elena, ninguna era buena.
La semana pasada dábamos cuenta de que el tan mentado -mentado por la ingeniera Cosse- informe del Instituto de Derecho Constitucional de la Facultad de Derecho era "trucho". Días atrás se supo también que, además, la ingeniera empezó a mencionar el informe antes de que éste estuviera redactado, como comentamos en otro suelto de esta edición, ya que ella comenzó a mencionarlo el 10 de julio de 2013 y volvió a hacerlo el 15 de agosto del mismo año, pero el informe está fechado el 16 de agosto de 2013.
Cuando todos pensábamos que la ingeniera, además de ser una mujer extremadamente inteligente, contaba con -nada menos- la facultad de la precognición, ella, visiblemente enojada, nos desayunó de que no era así, no posee el don de la clarividencia.
"¿Cómo yo voy a nombrar un informe sin tenerlo? ¿Dónde se ha visto que yo puedo hacer eso? El informe está acá, y si se fijan es el informe preliminar que nos entregó Pérez Pérez, tiene fecha de Nueva York del 9 de julio", bramó ante los medios, sacando de la cartera el "informe preliminar" cual mago saca un conejo de la galera. "Es un acto de cobardía y falta de respeto tratar de ensuciar la imagen de Pérez Pérez. Es una falta de respeto hacia mí", siguió en su indignación la actual intendenta.
Como sabemos que es ingeniera y que las leguleyerías la aburren, no vamos a reprocharle que no se diera cuenta de que si se trataba de un "informe preliminar" y no definitivo, no debía invocarlo en su comparecencia parlamentaria. Menos le reprocharemos que no advirtiera que el informe "pelado", sin otra firma que la del director del Instituto, carecía de otra validez que la de ser la opinión personal del firmante.
Debimos suponer que la ingeniera no era la versión criolla de Nostradamus porque cuando en su momento tiró la cifra de que el Antel Arena costaría "no más de U$S 40 millones", le erró por -también "apenas"- 80 millones. Un vuelto.
Bueno, este... ahora nos enteramos gracias al semanario Búsqueda de que, en realidad, ella se fue enterando de que la hazaña nos saldría bastante más cara.
En 2016, cuando se reanudaron las obras del arena luego del parate que Astori había logrado en su momento, dice Búsqueda que ya se hablaba de U$S 58 millones. Pero, en rigor, los asesores más cercanos a Cosse ya sabían por expertos en este tipo de obras que no saldría menos de U$S 70 millones. Luego, item por item, la pirámide de Carolina fue subiendo su costo -reconocemos que la calidad es excepcional- hasta alcanzar la módica suma de casi U$S 120 millones. Y, señala Búsqueda, la ingeniera siempre le hizo un seguimiento preciso. Ergo, es raro que se le escaparan esos detalles, aunque si se le escapó lo del informe, ¿quién puede reprocharle que se le escaparan esos milloncitos de verdes?
