Correo de los Viernes - Asamblea abierta de productores lecheros

Asamblea abierta de productores lecheros

Por Tomás Laguna

La dramática situación de la lechería nacional lejos está de solucionarse. Conaprole ha podido mantener un mayor precio al productor a partir de sus fondos de estabilización, pero eso tendrá un fin en algún momento si no se revierten los problemas de mercado, aparte de que involucra solo a sus remitentes. Brasil apareció de pronto llevándose gran parte de la producción de leche en polvo y queso que había en stock, lo que fue estratégicamente oportuno y dio un respiro a la industria. Pero tampoco incidió esto en el precio al productor, en todo caso fue un alivio para la industria. Los valores indicativos de las licitaciones de Fonterra han pautado un repunte para el mes en curso, aunque los 2.400 a 2.700 dólares la tonelada están muy lejos de los 4 y 5 mil dólares de apenas un par de años atrás.

En este escenario la lechería nacional pasó su punto de hervor y se derramó sobre aquellas regiones del país dónde más incide en la contratación de servicios y actividad en comercios. En particular Colonia, San José, Florida sufren hoy las consecuencias de postergación de pagos, menor demanda de servicios e insumos. Es lo que ocurre cuando un rubro altamente demandante como la lechería entra en crisis. Y seguramente no son solo los sufridos tamberos los dolientes, en los pueblos y ciudades de la región hay un tendal de afectados. Todo esto ha llevado, una vez más, a una movilización dónde Anpl, Sociedad de Productores Lecheros de Florida, Sociedad de Productores Lecheros de Villa Rodríguez, Movimiento de Productores de Colonia, la Cooperativa de Productores Lecheros de Melo y la propia Federación Rural convocan a una asamblea abierta en la localidad de Capurro, San José. La consigna es formular nuevas propuestas a las ya presentadas desde el gobierno, pero lo que en realidad buscan estas movilizaciones es sensibilizar y presionar frente a la crítica situación del rubro.

La solución del FAL (Fondo de Apoyo a la Lechería) no ha sido ni apropiada ni viable. Es que el crédito se concedió en dos partidas en noviembre y marzo pasados, pero va a tener su primer vencimiento ya en setiembre, aún en plena crisis. Y esos centavos de dólar a descontar de cada litro remitido vuelven aún más inviable la supervivencia del tambero. Algo así como tirarle un salvavidas de piedra a alguien que se está ahogando. Tampoco es viable porque se ha instrumentado de forma coercitiva sobre toda la producción, necesite o no el financiamiento, y ya hay una empresa lechera de gran dimensión, tal vez la más grande en el país, que ha amenazado con reclamos contra el Estado por haber sido obligada a contraer una deuda que entienden no necesitan y cuyo costo global deberán asumir con transferencias internas dentro del rubro. En buen romance, el costo del financiamiento vía FAL recae íntegramente sobre la producción, en particular los tambos de mayor escala.

Pero hay otras soluciones instrumentadas desde el Mgap. Este año se anunciaron 4 medidas adicionales: Postergación por un año las amortizaciones al Banco República; reducción del 1,1% al 0,1% hasta agosto de 2017 de la tasa del Impuesto a la Enajenación de Bienes Agropecuarios (IMEBA); financiamiento sobre la base de la garantía de las hembras de reposición; y finalmente la postergación hasta 2017 del pago de las raciones que se otorgaron por el fondo de sequía del año pasado. Muchas de ellas en acuerdo con Anpl, pero lo que esta gremial pidió y concedió luego el Ministro Aguerre ha sido considerado como insuficiente por el resto de la producción.

Lo cierto es que en esta crisis no hay grandes o chicos, todos sin distinción están cerrando sus carpetas del ejercicio 2015 - 2016 en rojo.

Así las cosas, ¿dónde están aquellas soluciones viables en su efecto y viables en su instrumentación? Se necesita oxígeno hasta que los mercados despunten, que en algún momento será. Estamos hablando de crédito en el largo plazo, con años de gracia y bajo costo financiero. ¿Sobre el lomo de quién? Ya vimos que la producción no está en condiciones de soportarlo en tanto no tenga claro un horizonte de mejores precios. Pero tampoco es el Estado quien está hoy en condiciones de otorgarlo cuando el superior gobierno, administrador del Estado, ya no sabe a quién ponerle un nuevo impuesto. Alguien diría que de solucionarse el desordenado y rígido gasto público y haberse evitado el salvataje de empresas públicas fundidas habrían aportado sobrados recursos para esta crítica instancia de los sectores reales de la producción nacional, pero eso es escenario ficticio, o como alguien diría se trata de una “ucronía”. Esos recursos no están, ya fueron...

En definitiva, estamos ante un problema de precios por el producto y costos por producirlo. Lo primero es un asunto de mercados, lo segundo es un tema de costo país. En los mercados poco puede hacerse cuando se trata de formación del precio del otro lado del océano Pacífico, salvo alguna medida sobre la leche fluida en el mercado interno, único precio de alimentos que permanece tarifado. Aunque debe ser más fácil querer incidiré en los precios de FONTERRA antes que liberen el precio de la leche fresca.

En el otro extremo, bajar los costos de producción en un país caro por definición es el gran desafío para el Uruguay productivo con el que se llenó la boca la izquierda por mucho tiempo. Corregir esta deficiencia estructural debería ser el objetivo de cualquier gobierno que se precie de sensato y de cualquier gobernante con nivel de estadista. Por cierto estamos muy lejos de eso, y la inflexibilidad ante el exceso de un gasto público desprolijo y de fuerte sesgo ideológico condiciona como nunca la competitividad exportadora de nuestro país.

Hay otras soluciones de tipo quirúrgico. Que sobreviva el que pueda y la escala se lo permita y cuando vuelvan los buenos precios se reconstruirá la matriz productiva, por entonces sin los ineficientes que no son capaces de soportar varios años de bajos precios. Es la solución neoliberal, pero también la que soterradamente se espera que ocurra desde la izquierda en el gobierno, nunca tan urbana y ajena a los sectores reales de la producción.