América duele... ahora Bolivia

Por Eduardo Pacífico

América Latina sufre en este último tiempo una crisis política e institucional como resultado de la intolerancia y la prepotencia de gobernantes y gobernados que han provocado la inestabilidad de varios gobiernos hasta la caída de presidentes como acaba de ser el caso de Bolivia.

En el sitio oficial de Presidencia de la República, el Gobierno uruguayo se expresó y calificó sin vacilar que lo ocurrido en Bolivia es un “Golpe de Estado”.

Dice el comunicado que “el Gobierno del Uruguay expresa su consternación por el quiebre del Estado de derecho producido en el Estado Plurinacional de Bolivia, que forzó la salida del poder del presidente Evo Morales y sumió al país en el caos y la violencia.”

Ahora, nada dice ni ha dicho anteriormente con todo lo sucedido previamente a los hechos que desencadenaron la salida de Evo Morales del Gobierno.

Con lo que nos ha costado a los uruguayos que nuestro Gobierno reconozca que en Venezuela hay una feroz dictadura, ahora actúa con gran celeridad al definir lo acontecido en Bolivia como “Golpe de Estado”, cuando no surge con claridad esta situación ya que no están los elementos o faltan algunos de ellos para configurarlo de esa forma. No es menor esta calificación de Golpe de Estado, pero en todo caso habría que establecer desde cuando hay “Golpe” contra la constitución y al orden legal y ahí habría diferentes interpretaciones,

Lo cierto es que Evo Morales presentó su renuncia ante la sugerencia de las Fuerza Armadas que le retiraron su apoyo, pero no han asumido el poder. Dicha renuncia claro está, viene precedida de una gran crisis política auto infringida por Evo, que no es ni económica ni social, ya que el PBI creció sin descanso a un promedio de 4,9% anual durante 13 años, la pobreza se redujo del 60 al 35%, mejoró la distribución del ingreso y cayó el analfabetismo.

Evo Morales llega al poder en 2006 constituyendo un hecho histórico. Uno de los primeros hitos de Morales fue la reforma de la Constitución. Esta otorgó una cantidad de derechos y representación inédita en el sistema de poder a los campesinos e indígenas bolivianos. También habilitó la posibilidad de una sola reelección consecutiva para el presidente, que Morales logró en forma contundente en 2009 con el 64% de los votos.

En 2013 se presentó ante el Tribunal Constitucional y logró que ese segundo mandato pasara a considerarse el primero. ¿Cómo lo explicó? Argumentó que con la nueva Constitución había refundado el país, que ahora era un nuevo “Estado Plurinacional”.

Todo daba a pensar que terminaba la era Evo Morales, pero no fue así. Convocó entonces a un referéndum nacional para modificar el artículo 168 de la Constitución y habilitar una nueva re-reelección. El 21 de febrero de 2016, el 51,3% de los bolivianos votó “No".

Ahora sí, pensamos los ingenuos. Quedaba una carta más sacada de la manga. Tras una presentación de legisladores oficialistas, en 2017 el Tribunal Constitucional (en manos de jueces afines a Morales) declaró inválido el artículo de la Constitución que impedía presentarse a Morales alegando que vulneraba el derecho humano esencial de toda persona de elegir y ser electa.

En la elección del 20 de octubre, el escrutinio provisorio, con el 83% de las actas verificadas, le otorgaba una ventaja de poco más de 7 puntos (45,28% a 38,16%) sobre Carlos Mesa. Había balotaje hasta que, de pronto todo se detuvo. Durante casi 24 horas no hubo más datos oficiales. Cuando se volvieron a computar las mesas faltantes, la ventaja de Morales se había ampliado.

Cinco días más tarde, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) anunció que el conteo definitivo le otorgaba a Evo Morales una ventaja de 10,57% sobre Mesa, justo por encima del umbral de 10 puntos para triunfar en primera vuelta y evitar el balotaje.

Luego lo conocido. Renuncia por desacuerdos de miembros del TSE y la confirmación, por parte de la misión de observación electoral de la OEA, de graves irregularidades en los cuatro elementos revisados (tecnología, cadena de custodia, integridad de las actas y proyecciones estadísticas).

Esta degeneración del proceso electoral llevó a que el hartazgo sea tal, que la población solo quería la destitución de Evo sin evaluar siquiera la posibilidad del llamado a nueva elección dado que la confianza estaba destrozada, pero sobre todo que Morales jamás propuso acatar el plebiscito del 2016 que le dijo No a la re relección, sumando así más indignación en la población.

Ahora, dado que renunció toda la línea sucesoria, es la vicepresidenta segunda del cuerpo legislativo, Jeanine Áñez, miembro del partido opositor Unidad Demócrata, la que tomó el cargo, tratando de reencauzar al país.

Este particular caso de Bolivia invita a la reflexión y reivindica la necesidad de alternancia en el poder. El poder corrompe y cuando el mismo es absoluto, peor aún.  Los liderazgos con el tiempo se debilitan y la población percibe que no hay nada nuevo que le puedan ofrecer y es ahí que emergen nuevos líderes e ideas nuevas que convencen e ilusionan.

Será deseable que todos estos últimos acontecimientos en América Latina se reencaucen con todos los instrumentos y mecanismos que proporcionan el Estado de derecho y la democracia, a la vez que sea unánime la codena a los métodos inadecuados que llevaron a la violencia a periodistas y a autoridades bolivianas, como a los atentados en propiedades de Evo Morales y familiares.

 ¡¡¡Que viva la libertad!!!



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