Acuerdo UE MERCOSUR - Suerte en pila...

Por Tomás Laguna

Durante los primeros días de octubre se llevarán a cabo en Brasilia una instancia definitiva de negociación en aras de un posible acuerdo comercial entre la UE y el MERCOSUR. Tras 7 años de reinicio de las negociaciones, las mismas parecen finalmente querer arribar a un primer acuerdo.

El relacionamiento entre ambos bloques se inició a poco de creado el MERCOSUR. En diciembre de 1995 se firmó el Acuerdo Marco de Cooperación Internacional en el cual se definieron tres grandes áreas: diálogo político, cooperación y asuntos comerciales. En junio de 2001 se firmó un Memorándum de Entendimiento por el cual se sentaron las bases para una cooperación en aspectos institucionales, procurando apoyar la consolidación del mercado interno del Mercosur. Un mes más tarde, julio de 2001, se dio inicio a negociaciones para una mayor integración comercial a través del intercambio de bienes y productos, definiéndose claramente las posiciones de ambos bloques. Fue claro que el mayor interés del MERCOSUR estaba relacionado con el comercio de mercancías, y con la obtención de las mejores condiciones de acceso al mercado de la UE para los bienes de su oferta exportable. La pretensión era lograr la eliminación de todas las medidas y prácticas de la UE que, directa o indirectamente, afectaran dicho acceso. En cuanto a la UE, si bien también manifestaba su interés por el acceso de sus bienes exportables al mercado de los países del MERCOSUR, su prioridad se enfocaba a lograr una apertura en el mercado del MERCOSUR para las empresas europeas prestadoras de servicios, fundamentalmente referido a la participación en igualdad de condiciones en el mercado de las compras gubernamentales. Otro tópico de interés europeo estaba referido a lograr disposiciones más estrictas en el respeto de los Derechos de Propiedad Industrial además del reconocimiento de las indicaciones geográficas (IG) asociadas a bienes originarios de la UE.

El ejercicio mismo de aquellas negociaciones constituyó su talón de Aquiles. El intercambio de ofertas fue en si problemático, no entendiéndose las partes en este proceso. Estas dificultades fueron una constante en cada etapa, contribuyendo a deteriorar el clima de entendimiento, medrando el “animus societatis” de las partes. Finalmente en el transcurso del año 2004 cada intercambio de ofertas estaba más condicionado que el anterior. En abril la UE realizó una propuesta muy magra que llevo al MERCOSUR a empeorar la suya, determinando que en octubre de ese año se declarara una suerte de impasse a las negociaciones.

Nos vamos así al 2010, reinicio de las conversaciones, con fuertes traspiés apenas su inicio. A poco de comenzar el propio Parlamento europeo cuestionó el mandato de la Comisión Europea participante en las negociaciones, haciendo valer el Tratado de Lisboa (2009) por el cual se condicionó cualquier avance en las negociaciones bilaterales a su aprobación en dicho ámbito. La reacción respondía a la presión de los agricultores franceses e irlandeses básicamente. Con avances ínfimos, debió ocurrir el BREXIT para que de pronto surgiera un interés hasta entonces inexistentes de parte de las actuales autoridades de la UE.

¿Algo más cambió? Acaso el hecho de enfrentar este escarpado camino con mejor disposición y mayor experiencia al momento de construir las ofertas. Tan luego los intereses siguen siendo los mismos, y los detractores europeos del acuerdo se vuelven a manifestar con la misma virulencia que al inicio de esta nueva etapa.

De hecho la semana pasada un grupo de países, incluyendo Hungría, Lituania, Polonia, Grecia, Francia e Irlanda, reaccionaron con virulencia contra la oferta que maneja la UE otorgando un cupo de 85.000 toneladas en el marco del acuerdo bilateral. Según sus representantes esto significa un grave perjuicio para los ganaderos de la UE y las industrias asociadas. Obviamente recurrieron de inmediato a sus representantes en el Parlamento Europeo. Desde la Comisión que lleva adelante las negociaciones se negó de inmediato tal cifra, si bien se reconoce la necesidad de lograr un acuerdo antes de fin de año presionado por la industria automotriz y de maquinaria europea.

Con este escenario y una gigantesca bolsa de expectativas e ilusiones viajan a Brasilia nuestros negociadores y delegados de la producción e industria. Nuestro país lleva en su portafolio una posición fuertemente ofensiva en materia de exportación de carne, pero insólitamente defensiva en materia de lácteos, rubro al que se procura dejar fuera del acuerdo. Se considera que la producción excedentaria del bloque europeo –y sus condiciones de explotación subsidiada– de facilitarse su ingreso determinaría importantes perjuicios para los productores y las industrias del sector en Uruguay. Aún a pesar de las diferencias con Brasil, quien pretende cuotificar el ingreso de lácteos de nuestro país, se intenta coordinar una estrategia conjunta con los demás socios del bloque, según lo expresado por el presidente del Instituto Nacional de la Leche, don Ricardo de Izaguirre.

En buen criollo, utilizamos los mismos argumentos defensivos por los cuales no son vedados los mercados para nuestros propios productos, tanto por los productores de la UE como ahora los brasileños. La producción lechera uruguaya exporta el 70% de lo que ordeña, es grave que ahora se asuma que no somos competitivos para integrarnos en acuerdos comerciales cuando dependemos de ellos para colocar nuestra producción. ¿No será que hay que revisar hacia la interna del país porque teniendo condiciones naturales competitivas para producir leche le debemos temor a los europeos? ¿Cuáles son esas trabas que tienen sumergido al tambero y las industrias lácteas, y quienes son los responsables de las mismas? Porque si el tema son los subsidios en la UE, los productores de carne europeos los reciben en la misma medida. Finalmente si el punto es la distorsión de precios por medios artificiosos como pueden ser las ayudas internas, estos deberían evaluarse y negociarse en el tratado, pero nunca retirar el producto del acuerdo. Es un tiro en los pies en nuestra clara vocación ofensiva por lograr una mejor inserción de nuestra producción en los mercados del mundo.

Suerte en pila a nuestros negociadores y al acuerdo UE MERCOSUR. Mientras tanto, dejemos nuevas velas encendidas para lograr avances a nivel de la OMC en la próxima cumbre ministerial de diciembre, tanto en la reducción de ayudas domésticas, como acceso a mercados y la definitiva abolición de los subsidios a las exportaciones. Difícil pero más seguro que cualquier acuerdo con la UE.



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