Acefalía montevideana

Por Francisco Berchesi

El Gobierno Municipal y el de nuestra República atraviesan tiempos grises, de liderazgo débil, cuando lo hay. No tenemos esperanza porque en los problemas de gobierno el resultado depende fundamentalmente de la forma en como éste usa las normas que se disponen. Cuando no las tienen las aprueban, algunas rápidamente como vivimos en estos meses. 

Lamentablemente, hasta ahora lo que más se ha hecho es buscar y culpar al chivo emisario para que cargue con las culpas. Cuando se llegó al punto en que renunció el vicepresidente de la República (aquilatemos eso), muchos creyeron que el problema estaba resuelto.

Al que le guste ver como único culpable en el caso anterior a Raúl Sendic, le aconsejo abrir los ojos, porque es toda su fuerza política la inmersa en casos de corrupción.

Nos dijeron, a fines de la década del ochenta, que Montevideo no aguantaba más la situación en la que se encontraba. Tristemente hoy casi 30 años después, no yo, sino gran parte de la población opinana esto de su gobierno.

En el imaginario, uno proyecta la Junta Departamental de Montevideo como una institución fortalecida, de preponderancia política, manejando temas de fondo con posiciones y exposiciones acordes a esa institucionalidad. La realidad contrasta y choca con esa proyección. Lo que debería ser un ambiente de formalidad y protocolo, digno de una institución republicana y representativa, ciertamente no lo es, en lo más mínimo.

Basta concurrir a alguna de sus sesiones para dejar de proyectar y ver de primera mano de que se trata, y como se trata. Nos encontramos con una gran desinformación, falta de orden, pocas acciones redundantes a la actividad municipal y el espectro que abarca, y lo que es peor, se transformó en un vertedor de gran cantidad de contenido ideológico.

Allí el partido de gobierno cuenta con mayorías, por lo que aprueban cuanto proyecto quieren. Esto condiciona la vida de toda la población. Nos inundan con su forma de ver al mundo. Esa mayoría nos hace esclavos de su óptica e ideología.

La semana pasada, tan solo en una sesión, escuché de las barbaridades más grandes. Desde que Rivera organizó un genocidio del pueblo Charrúa, hasta que la dictadura comenzó en 1968. Lo que es peor, aprobaron la colocación de una placa en la que reconocían el sufrimiento de un grupo de mujeres, merecido reconocimiento dicho sea de paso, pero su organización establece “durante el período dictatorial” y adivinen qué, la placa dice “desde 1968”...
 
Es triste estar sentado observando cómo pasan estas cosas en nuestra ciudad, realmente es triste y desesperante. Cómo se desconocen nuestras raíces, nuestra cultura, siempre con fundamentos de lucha, de sufrimiento, superponiendo sectores de la sociedad cuando deberíamos estar yendo en el sentido opuesto.

A partir del 2020 se necesita gente que realmente defienda lo que hay que defender, diga lo que hay que decir y cómo hay que decirlo. Un cuerpo que no permita las atrocidades que ocurren hoy en día.

Entonces, recordemos que es nuestra la responsabilidad en octubre y quizás noviembre también. Su autoridad emana de nosotros.



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