Correo de los Viernes - 30 de junio, una fecha capital

30 de junio, una fecha capital

Por Alfredo Menini

Desde el retorno a la democracia, cada elección nacional ha tenido facetas diferentes a raíz de coyunturas que naturalmente fueron únicas cada vez.

La elección de 1984 marco un jalón en la historia de la República con el retorno de la democracia. En el año 1989 se celebraron nuevas elecciones con el sistema democrático ya fortalecido y produciéndose la alternancia en el poder. En el año 1999 el pueblo le dio al Dr. Julio Ma Sanguinetti, nuevamente, la responsabilidad de ejercer la Presidencia de la República, siendo el primer Presidente elegido dos veces por el voto popular.

Ese periodo que transcurrió desde el año 1984 hasta el año 1999 marcó la preferencia mayoritaria del electorado por los Partidos Colorado y Nacional. Y en la interna de cada uno de ellos, del Batllismo y el Herrerismo.

A partir de la reforma constitucional del año 1997, se da inicio a una nueva etapa en la vida democrática del país, al ser obligatoria la realización de elecciones internas en los partidos políticos y al incluirse en la instancia electoral nacional la figura del balotaje, de aplicación para el caso que ninguna fórmula presidencial obtenga en el mes de octubre el 50% más 1 de los votos emitidos. Precisamente, en la elección nacional del año 1999, se debió recurrir a una segunda vuelta electoral para dirimir la elección nacional, resultando triunfadora la fórmula integrada por Jorge Batlle y Luis Hierro López.

En las elecciones del año 2004, luego de haber sufrido el país la crisis más grande de su historia, la cual no fue como consecuencia de una mala gestión gubernamental. La misma estaba controlada al finalizar el periodo de gobierno y con el país pronto para resurgir. Sin embargo, la mayoría de la ciudadanía entendió que era el momento de dar un giro brusco en la conducción de la República, ganando por primera vez el Frente Amplio las elecciones nacionales.

La gestión de gobierno de la coalición de izquierda estuvo acompañada de un crecimiento económico que tuvo como bases fundamentales las condiciones en que el Frente Amplio recibió el gobierno y la favorable coyuntura internacional, la mejor en toda la historia de la República.

La necesidad imperiosa de la gente de recuperar lo que había perdido, fundamentalmente en materia económica, hizo que no se visualizaron medidas equivocadas adoptadas por ese gobierno, especialmente en materia de seguridad y cuyas consecuencias se viven hoy.

En las elecciones del año 2009 la mayoría de la ciudadanía le dio nuevamente la confianza para gobernar al Frente Amplio, quedando al frente del gobierno nacional un hombre cuyo objetivo en su vida política había sido la, de tomar el poder por medio de las armas. Al haber sido derrotado, “resolvió” entender que es bueno vivir bajo el régimen democrático, bajo ese mismo régimen que denostó en otros tiempos. Bajo su conducción se empezaron a tomar decisiones equivocadas que, acompañado del fin del ciclo de bonanza internacional, hizo que el país empezara a transitar por un sendero peligroso.

En ese contexto, se llega a las elecciones del año 2014, encontrándose el país, aparentemente, ante un escenario aún favorable. Si a eso le sumamos que la oposición no ofreció una alternativa real de poder, no fue de extrañar que, nuevamente, el Frente Amplio fuera el ganador de los comicios.

Así fue que el actual gobierno empezó a ejercer el poder ya con un escenario distinto al de los últimos diez años. La coyuntura internacional favorable en materia de precios se acabó y encontró ese fin de bonanza con un país que no tuvo la sapiencia de parte de sus gobernantes de aprovechar esa coyuntura cíclica, de preparar el país para el momento que las cosas cambiaran. Lamentablemente, no se adoptaron las medidas adecuadas y hoy, ante la nueva instancia electoral, nos encontramos con que el país necesita cambios fundamentales para que no entre en un terreno aún más fangoso que el actual.

Estamos actualmente ante un Poder Ejecutivo sin posibilidades de ejercer el gobierno y sin la capacidad de tomar las medidas que se necesitan adoptar, ya que en materia empleo es el PIT CNT el que marca la agenda. En materia de educación, se fracasó en el intento de dar inicio a la necesaria reforma, dominando la escena aquellos que entienden que hay que dejar de lado la meritocracia. Los emprendedores encuentran el camino lleno de piedras, llevándolos a buscar oxígeno en países como el Paraguay. El déficit fiscal está en un porcentaje que ya entra en el terreno de lo insostenible. La inseguridad está instalada. La seguridad social, fruto de irresponsables decisiones, está otra vez en crisis. En materia del tratamiento de temas referentes a hechos acontecidos en la dictadura militar, se han cometido graves errores, al punto tal que terminaron propiciando el nacimiento de lo que se puede considerar un “partido militar”.

Ese es el panorama del Uruguay de hoy y por eso resulta imprescindible el cambio de timón. Y ante esa coyuntura, ¿qué espera la ciudadanía de la oposición? Ese es el gran tema que está planteado hoy. El tiempo del Frente Amplio se agotó, pero para que eso se traslade a una alternancia en el ejercicio del poder, la oposición tiene que ofrecer una alternativa con las credenciales suficientes, no para ganar solamente sino fundamentalmente para gobernar y es ahí cuando debemos trasladarnos a la instancia de las elecciones internas del 30 de junio como una fecha capital, ya que —como nunca— estas elecciones tendrán un peso decisivo en la elección del nuevo Presidente de la República.

El momento político de hoy nos muestra un escenario muy peculiar, ya que hay en los Partidos Colorado y Blanco candidatos que ya son conocidos por la ciudadanía , pero también se han sumado nuevos candidatos que desean también ser considerados por el voto de los uruguayos, También nos encontramos con el nacimiento de partidos políticos, pero lo que no se debe perder de referencia en este momento trascendental en la vida de la República es quién será finalmente el elegido para la conducción de un barco que —se sabe— navegará por aguas tormentosas. Quién será el que esté al frente de ese gobierno de coalición que deberá tener la capacidad de amalgamar y conducir tan difícil gestión.

En eso está radicada la importancia de la elección interna del domingo 30 de junio, ya que esa elección interna dejará en carrera para llegar a la Presidencia de la República a tres candidatos o eventualmente dos candidatos y una candidata, con posibilidades ciertas de ser Presidente de la República.

Quien tenga claro que el Uruguay requiere de un cambio, este último domingo de junio no se puede equivocar y deberá elegir a alguien que no esté en etapa de aprendizaje. Tenemos la suerte en el Partido Colorado de tener entre sus pre candidatos a alguien que ya ejerció la Presidencia de la República con resultados positivos para el país, a quien ya nada más le cabe en su foja de servicios a la Nación desde el punto de vista curricular y que encara esta última patriada, poniéndose a las órdenes de la República, de manera tal de salvaguardar lo que haya que resguardar y de proyectar con reformas imprescindibles, lo que haya que reformar.

La responsabilidad del elector es enorme para que la obra del nuevo gobierno, citando al inmortal José Batlle y Ordoñez, sea “de justicia para todos. Para nosotros y nuestros adversarios. Para nuestros hijos y los hijos de nuestros adversarios”.