19 de Abril

Las perplejidades de nuestra ley de feriados hacen que el lunes 23 celebremos la histórica fecha del 19 de abril de 1825, que termina desdibujada para las nuevas generaciones, que en ocasiones ignoran los hitos fundamentales de nuestra configuración de república independiente.

El desembarco de Lavalleja, con su treintena de camaradas, inmortalizado como imagen en la tela de Juan Manuel Blanes, marcó un hito en el proceso de recuperación de la soberanía que la ya “Provincia Oriental” había perdido ante el Imperio Portugués. Como se sabe, en 1820 fue derrotado absolutamente el artiguismo y Rivera, su principal sostén en aquel tiempo, negoció un armisticio con los invasores que le permitió mantener la fuerza oriental armada. En ella revistaron tanto Rivera como Lavalleja, una vez que fue liberado de su prisión en Brasil (junto a Bernabé Rivera y otros jefes).

Nunca abandonaron esos líderes la idea de retomar la lucha circunstancialmente suspendida. Mientras tanto, vivían la peripecia de una provincia, ahora Cisplatina, incorporada a Portugal, y luego, desde 1822, al Imperio del Brasil, emancipado de su madre patria en un curioso proceso adentro de la monarquía. Tan curioso fue el episodio que en cierto momento, Oribe apoya a las fuerzas portuguesas de Montevideo y Rivera a las brasileñas a la orden de Lecor, introducidos —como se ve— en la “interna” lusitana. El hecho es que en 1823 se hacen intentos fracasados, que Rivera consideró prematuros y en ese 19 de abril de 1825 se lanzó Juan Antonio Lavalleja a la aventura de independizarse del Imperio.

La empresa era difícil. Lavalleja tenía poca gente, pero felizmente se entendió con Rivera, en el conocido episodio del Monzón y allí se pudo configurar una fuerza militar oriental significativa, que venció en Rincón y Sarandí y pudo así arrastrar a Buenos Aires a esa guerra con el poderoso del Norte. La declaración del 25 de agosto, en todo caso, no era un gesto simplemente, sino que la reincorporación a las Provincias Unidas se hacía desde una entidad soberana que en los hechos acreditaba su capacidad de sobrevivencia.

Como se sabe, las acciones siguieron hasta 1828 y pese a la gran batalla de Ituzaingó, no se definía la guerra. Se necesitó de la audaz campaña de reconquista de las Misiones por Rivera para que el Emperador de Brasil aceptara pactar con Buenos Aires y  reconocer nuestra independencia.

En todo caso, si bien la campaña que arranca el 19 de abril no apuntaba a la independencia absoluta sino a una autonomía provincial insertada confederalmente en las Provincias Unidas, es inocultable la enorme relevancia que tuvo este “desembarco”, chispa que encendió la última etapa de nuestro proceso emancipador.



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