Correo de los Viernes - 1/2 + 1/2 = 1/2

1/2 + 1/2 = 1/2

Por Consuelo Pérez

Los populismos generan mitades irreconciliables en la sociedad, y se nutren, para su permanencia, de esa situación.

Son varios los ejemplos de esta triste realidad en nuestra América Latina, y negarlo es suicida, pues conduce a un camino sin salida, o con salidas violentas, sangrientas muchas veces, o con la pérdida de la democracia.

Por supuesto que el presente análisis - o mejor reflexión - no pretende resistir ninguna crítica de los que saben, tales como sociólogos, politólogos o conductistas, pero lo vemos a diario y lo sufrimos a diario, lo que lo hace cierto.

Vemos con desazón, en ese escenario, que una mitad pretende aniquilar a la otra, como sea, y si vencen en las urnas, la triunfadora promete – de ser la populista - desde la cúspide del poder, “hacer morder el polvo” a la otra. Esta situación la acabamos de ver en el vecino país, donde las mitades enfrentadas permanecen en el mismo desde la noche de los tiempos, en forma cambiante, pero llevando al país a la situación en la que está.

Lo de Venezuela es el paso siguiente, con el populista convertido en dictador, y azuzando a su mitad contra la otra. Sangre. Tortura. Hambre.

Existe obviamente un mecanismo, como en las sectas, por el cual esa población, antes de pensamientos distintos, pero que convivía en sociedad, está dispuesta a suicidarse. El perdón de la ostensible corrupción de sus líderes es sólo un denominador común, tan inentendible como abominable.

Podemos hablar y cambiar ideas con alguien que está a nuestra derecha, o a nuestra izquierda, pero es imposible hacerlo con un populista. El final es, como ya dijimos, siempre nefasto para la sociedad, no así para los instigadores, que indefectiblemente nadan en la riqueza, producto de lo robado a su pueblo.

Por supuesto que el amable lector debe haber pensado en nuestro pueblo cuando hablamos de desprecio a la mitad que no gobierna, del perdón a la corrupción, del perdón a la ineficiencia, y del apoyo a la mala gestión. Ciertamente, muchas de esas características las vemos hoy en nuestra fracturada - ex profeso – sociedad. Lo sentimos cuando en su primer presidencia, el actual presidente de todos dijo en el estrado “vamos a tirar de la cadena” enardeciendo a las masas con su escatológica afirmación.

Pero eso, y otras actitudes de su sucesor, aún peores, están en el pasado, pues es decadente el modelo, lo que ha sido detectado a tiempo por nuestra – aún – pensante sociedad.

Lamentamos la situación de nuestros vecinos - aunque desde el Frente Amplio algunos se alegren – y confiamos en que los que desde nuestro país apoyan esa división en mitades enfrentadas - como han apoyado el régimen de Maduro - no representen el sentir de los que alguna vez los apoyaron a ellos y los llevaron al sitio que hoy desvalorizan. Seregni, creemos, no lo haría. Por ejemplo.

La evolución de la intención de voto dice que estamos volviendo, socialmente, a lo que fuimos. Y reafirma que el esfuerzo del presidente Sanguinetti abrió el camino de la recuperación y de la unidad social. Nada menos.

Habla la actual tendencia de volver a una democracia plena, que seguramente tendrá dos mitades, una derecha y otra izquierda, sin lugar para el vergonzante populismo que siguen defendiendo algunos actores políticos, afiliados con uñas y dientes a su sillón, y a regímenes fracasados en el mundo, caracterizados en la historia por su autoritarismo e iniquidad.

El Partido Colorado no estaba muerto, y volverá a ser generador de Pais. De un Gran País, como lo fue éste la mayor parte de su historia moderna, gracias a su gestión.

Dicho de otra manera, la suma de las dos mitades, volverá a ser uno.